"Las personas están fatigadas y extenuadas de discursos huecos, donde parecen más enfocados en mirarse el ombligo que en hacer un verdadero aporte honesto a la transformación y el cambio", afirmó Daniel Colombo en diálogo con Mensaje 360.
El especialista en liderazgo, motivación y productividad hizo hincapié sobre la importancia de manejarte bien ante un público: "Si sos muy bueno gestionando y llevando las cosas adelante, no importa demasiado que no seas un orador de excelencia reconocida: tus hechos hablarán más que tus palabras. Si logras combinar ambos aspectos tendrás puntos a favor".
"La oratoria de la vieja política ya no va más: esos políticos que aprendieron diez frases y las usan en cualquier contexto. Para lograr empatía, el candidato debe ser un buen gestor y administrador de recursos", agregó.
Además, reconoció que "lo más difícil que afrontan hoy los candidatos es el alineamiento de sus equipos pos de un proyecto en común" y aquellos que ablanden demasiado su comunicación "no generarán el impacto necesario.
Con respecto a las nuevas tecnologías que cambiaron el panorama comunicacional, aseguró que "no hay innovacion o campaña que te salve si no sos consistente en lo que decís y haces"
- ¿Cómo logra un candidato generar empatía en los posibles electores?
- Estamos viendo en Iberoamérica un cambio en las formas de vincularse, con el fin de generar mayor empatía. Por supuesto que valores como la transparencia, la cercanía y la coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace, siguen siendo prioritarios.
Desde lo formal, promuevo que las campañas y formas de acercamiento con los ciudadanos (dentro y fuera de etapas eleccionarias), sean sinceras, honestas y directas.
Sinceras, donde los discursos dejen de estar plagados de frases grandilocuentes, y se basen en principios de la realidad, sin ocultamientos ni vender cosas que no son ciertas.
Honestas, basadas en el principio de que todas las personas, incluso aquellas que no han accedido a un nivel de instrucción formal, se dan cuenta hoy más rápidamente que antes cuando un candidato está queriéndoles vender gato por liebre.
Directas, porque el ciudadano está cansado (y hablo de todos los países donde trabajo habitualmente) que le enrostren los problemas a los antecesores.
Para lograr empatía el candidato debe ser un buen gestor, un buen administrador de recursos; rodearse de personas intachables (empezando por él); y con el eje de la transparencia, como un valor fundamental.
Por ejemplo, hemos visto a presidentes involucrados en el caso de Panamá Papers. Lo mejor que pudo haber pasado es ponerse de inmediato a disposición de la justicia. Y lo peor (que también lo hemos visto especialmente en regímenes populistas), es intentar ocultarlo.
El acceso masivo a mayor caudal de información a través de las redes; el auge del nuevo periodismo; la posibilidad de que el ciudadano grabe, suba y comparta situaciones engorrosas que dejan mal parado al candidato, hace que deban extremarse los cuidados.
Aquella máxima que dice “si no hay nada que ocultar, no lo ocultes”, sería un buen punto de partida.
"LO MÁS DIFÍCIL que afrontan hoy los candidatos, de cualquier sector es el alineamiento de sus equipos en pos de un proyecto en común".
Cuando el candidato tiene un ego desmesurado y quiere ser protagonista de todas las instancias (lo vemos en Argentina y otros países), se entra en un cortocircuito interno donde es posible que se produzcan muchos problemas internos. Y eso sale hacia la ciudadanía.
Por eso es que sería muy recomendable trabajar este alineamiento, no sólo desde los media-trainings y coaching, sino de un programa más consistente de valores, de habilidades blandas, tal el caso de herramientas de comunicación efectiva, formas de entregar la información, adaptación de mensajes según los distintos públicos y, por supuesto, una ASIGNATURA PENDIENTE en la inmensa mayoría de los gobiernos: tener equipos de comunicación profesionales, comprometidos e involucrados 24/7 en el proceso comunicacional.
Hay gobiernos -en todas sus escalas- que parecen seguir los principios de la PROPAGANDA política, que quedó perimida en los años ’70 y ’80. Y muy pocos están explorando la verdadera transformación, que es la COMUNICACIÓN 360, abarcativa, profunda y de raíz.
Esto es especialmente visible en épocas electorales, donde parece que los equipos de campaña -aunque cuenten en muchos casos con figuras de la publicidad, el marketing y la comunicación- atrasan al menos una década.
- ¿Cuáles son los tips que recomiendas para que un discurso político no sea aburrido? Para que el oyente esté siempre atento y pueda retener los objetivos del mensaje que se busca transmitir
- Si tenés un candidato que es muy buen orador (aunque lea su discurso, como lo hacía la expresidenta de Argentina, y lo hace cualquier persona que da más de un discurso por día), ese es un punto a favor.
"Lo principal es conectar las ideas con lo emocional que debe transmitir"
El estar atento se logra en los primeros 30 segundos: luego de ese tiempo, por más fuegos artificiales que lances al aire, tu discurso se cae si no lográs empatizar con la ciudadanía.
Observar que no digo “empatizar con la GENTE” (término que utilizan alegremente los políticos de todos los niveles). El ciudadano no es la GENTE: es la persona que te elige, o no. Es una distinción muy importante, porque marca la categoría en que -consciente o inconscientemente- te ubica ese político, hoy candidateado a determinado cargo.
Por eso que el ninguneo, el hablar en términos de “yo tengo la verdad y el que no piensa como yo, está equivocado”, restan puntos.
También hay que saber acompañar con gestos y el tono de voz; la aplicación en momentos específicos de cierta tensión dramática, o línea de tiempo dramática -no de drama, sino de tempo en la oratoria- para que el discurso sea más atractivo.
Concluyendo, la oratoria de la VIEJA POLÍTICA ya no va más: esos políticos que aprendieron diez frases y las usan en cualquier contexto.
Son casi muletillas, que no dicen nada y le restan credibilidad.
Como la credibilidad es como el liderazgo: son cosas que se co-construyen con la ciudadanía, el político que quiera comunicarse mejor necesita aprender un código de lenguaje que lo distinga.
Arriesgo a decir que si sos muy bueno haciendo, gestionando, llevando las cosas centrales adelante, no importa demasiado si no sos un orador de excelencia reconocida: tus hechos hablarán más que tus palabras. Por supuesto que si se combinan las dos cosas tendrás puntos a favor.
Tocar el corazón, las emociones, es la clave de este tiempo, tan despersonalizado y veloz en la comunicación humana. Tan hueco de valores -donde, en éstos, podrás rescatar estructuras fundamentales de lo que necesitás transmitir.
- Los partidos políticos, sindicatos, instituciones estatales y otros tantos factores vinculados al poder generan rechazo en la sociedad ¿Cómo logra un candidato afirmar que él es diferente en verdad? ¿Cuán importante es generar un lazo de confianza con el elector?
- La distinción para que la ciudadanía a la que quiere captar para que lo voten; o los asalariados a los que dice representar, necesita estar basada en la honestidad, la transparencia y la consistencia.
En inglés, “consistency” es lo que en español conocemos como “coherencia”.
Como la inmensa mayoría de la clase política de Argentina y de Iberoamérica carece de coherencia, las personas están fatigadas y extenuadas de discursos huecos, donde parecen más enfocados en mirarse el ombligo (y, por supuesto, ver qué tajada de poder pueden capitalizar), que en hacer un verdadero aporte honesto a la transformación y el cambio.
Por fortuna, estamos viendo en diferentes países un nacimiento de una nueva generación de dirigentes; los hay de distinto tipo. Quizás nos lleve al menos unos 20 años que lleguen a posiciones de liderazgo donde puedan ejercer los cambios que, hoy por hoy, sólo declaman.
Por ejemplo, los sindicalistas se oponen sistemáticamente a participar de jornadas donde profesionalicen su comunicación; esto tiene su lógica, porque la dinámica de su actividad excluye lo que NO ES CONFRONTACIÓN. La CONFRONTACIÓN es su esencial, y desde la comunicación, se la puede canalizar mejor, y hasta evitarla. Por eso “no es negocio”, no les conviene.
Si pudiesen acceder a entrenarse, ser asesorados por excelentes profesionales -como hay en todos los países- y trabajar juntos, se lograrían líneas de trabajo superadoras, sin perder potencia en su discurso público y sus acciones.
En otro sentido, los políticos que ABLANDAN demasiado su comunicación no generan el impacto que se necesita, transversal en toda la ciudadanía: se quedan como en el maquillaje, que es lo mismo que hace -por caso- la oposición, tirando petardos y bombas a cada paso. Es maquillaje lo uno y lo otro: no hay equilibrio comunicacional.
La comunicación necesita ser más profunda, activa las 24 horas todos los días del año (por eso los equipos deben ser todo terreno, algo que contradice mucho el espíritu de lo que conocemos como los empleados públicos en la mayoría de los países, con todas sus prerrogativas).
Y por último, la pasión, que trae la habilidad innegable de ayudar a comunicar mejor, más allá de los desafíos e imprevistos que siempre aparecerán.
¿Han visto un político que, por más que no adhieras a su línea de pensamiento, te llama la atención? ¿Y otro, con el que adhieres ideológicamente, pero no le prestas atención? Eso sucede por la falta de coherencia entre lo que se piensa, se dice, se hace y se SIENTE. El SENTIR, LO EMOCIONAL es fundamental para comunicar hoy de una manera que acompañe este mundo en permanente transformación.
- ¿Puede ser la escucha activa una de las claves para generar aceptación? ¿Qué tan importante es, incluso, prestarle atención a los que piensan distinto a uno?
- Conozco de cerca varios casos de funcionarios políticos que aplican la escucha activa como una herramienta fundamental de gestión, por ejemplo, para sentarse a rendir cuentas con la ciudadanía; para expresar en lenguaje sencillo ideas muy complejas, y para poner en valor lo que ellos consideran que es importante que se sepa.
Conozco, también, funcionarios y sindicalistas que se niegan de plano a encontrarse frente a frente con cualquier situación que los desafía, SI NO TUVIERAN GARANTIZADA UNA SITUACIÓN DE PODER DOMINANTE DE ELLOS. Esto no es comunicación, es ejercicio del poder casi dictatorial.
Es lo que hacen los regímenes populistas en cualquier país: quieren dominar como sea; no confrontar ni sentarse a debatir, porque -desde su sistema armado- no hay lugar al debate ni intercambio.
- En la política efectiva, ¿se puede decir que es lo mismo comunicar que emitir un discurso o publicar un spot?
- El acto comunicacional es permanente, todo el día, todos los días, todo el año. Un discurso es un hito puntual de un momento comunicacional, lo mismo que un spot. Se complementan, y no se reemplazan. Lo mismo que un video viral en Internet: no es posible basar toda la comunicación de una gestión de gobierno, sólo en un video para redes sociales e Internet. Se necesita de un articulado mayor, si deseamos llegar al universo de público a abarcar.
Claro que hacerlo más abarcativo requiere otra dinámica de trabajo; abre más frentes de opinión; y, desde el lado de los profesionales de la comunicación y los empleados de los equipos asignados, una dedicación full time ---y estas son cosas que no siempre se tienen.
- Mucho se habla de que el cuerpo comunica más que la palabra, pero ¿cómo se logra manejar los movimientos corporales durante un discurso para lograr credibilidad? ¿Podría mencionarme, desde su punto de vista, un político actual que sea efectivo en este sentido y por qué?
- El 55% de la comunicación humana es gestual; el 38%, el tono de la voz; y sólo el 7% son las palabras. De ese 7% de palabras el interlocutor recordará, apenas, el 10% de lo que digas.
Por lo tanto, si se trata de ser coherente y comunicar 360, hay que hacerlo afirmando con los gestos y con el tono de voz el mensaje que se desea transmitir; y reforzar, a su vez, dos o tres conceptos claves para llegar a los sistemas predominantes de todas las personas.
Hay personas que captan la información en forma visual, otros, auditivamente; y otros, por las emociones y el cuerpo. Un buen orador (político o no), necesita combinar estos refuerzos en cada idea clave.
Cada persona tiene los 3 sistemas predominantes, pero solo uno que prioriza según el entorno y la situación.
Entonces, es necesario entrenarse en abarcar los 3 tipos de universos comunicacionales en cada acción que se diseñe, para asegurarnos de llegar a esa multitud de personas que deseamos impactar.
Si esto falla (como falla en la inmensa mayoría de los casos por desconocimiento, ligereza en el tratamiento audiovisual, o falta de entrenamiento no sólo del político o vocero, sino de sus equipos), el mensaje se distorsiona y se pierden recursos, tiempos y la oportunidad de llegar más clara y contundentemente a las personas.
- La última pregunta es más personal. He leído sus artículos sobre creatividad e innovación que publica a diario y me gustaría que me contestes si cree que, en un futuro, la forma de comunicar del político va a cambiar.
Es decir, las redes renovaron bastante este panorama, pero ¿habrá modificaciones en las presentaciones que hace un candidato frente a su gente en persona? ¿Cómo se podrá innovar o hacer algo distinto en los discursos de un político frente a su gente
- La comunicación de los políticos ya está cambiando; es un proceso inexorable. Lo que sucede es que la balanza todavía tiene muchos exponentes de la política antigua, que no permiten visibilizar más contundentemente esta transformación.
Cambia cuando se empiezan a compartir historias de personas comunes impactadas por el resultado de una acción de gobierno (este es un buen recurso que rinde sus frutos, SI NO SE ABUSA Y NO REEMPLAZA TODO LO DEMÁS QUE HAY QUE COMUNICAR).
Cambia cuando el funcionario de turno (porque así como entró, en algún momento se le termina y va a tener que salir, si es que no va preso por su gestión), se puede parar frente a los errores que comete y asumirlos. Es un rasgo humano muy apreciado SIN ABUSAR. Se espera firmeza, se espera entereza, claridad, transparencia y velocidad. Si estás todo el tiempo disculpándote, no sirve. No sos creíble.
La tecnología está llevando a nuevas experimentaciones, muy saludables, desde la perspectiva de comunicación política en general. Esto es muy saludable. Un ejemplo son las plataformas participativas; la posibilidad de monitoreo en tiempo real del avance de grandes obras públicas, o de visualizar el ejecutado de un presupuesto a sólo un click de distancia.
Falta mucho por construir, aunque la buena noticia es que la innovación también está llegando aquí.
Ahora bien: no hay innovación o campaña comunicacional que te salve si no sos consistente en lo que decís y hacés; o si tenés tantos traspiés que terminás ajusticiado, en el banquillo, por desfalcos millonarios que has hecho en tu función pública; o si querés solamente hacer campaña en época eleccionaria.
La comunicación debe ser permanente: y esto no todos los políticos lo asumen.
La mejor comunicación es con los hechos, no con las palabras. La acción pro-positiva es el mejor acto comunicacional de todos.