La influencia de los medios de comunicación tradicionales en las campañas tradicionales

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A pesar de la irrupción de medios digitales, en cualquier campaña política no se deben de dejar de lado los medios tradicionales.

Algunos expertos en mercadotecnia política señalan que la influencia de los medios de comunicación tradicionales, como la radio y la televisión, fueron en el año de 1952 con la campaña presidencial del general D. Eisenhower, quien se convirtió en el primer candidato político en recurrir a una agencia de publicidad, para que se hiciera cargo de su campaña en televisión, en donde sin duda la investigación política de mercados ha desempeñado un papel creciente en las campañas electorales.

Sin embargo, otros señalan como punto de referencia 1960, año de la contienda norteamericana presidencial entre John F. Kennedy y Richard Nixon, quienes protagonizaron el primer debate televisivo, el cual marco un parteaguas ya que a partir de este el manejo de imagen en los medios se convirtió en una pieza clave para el éxito posterior de las urnas.

Aunque la radio y la televisión se convirtieron en herramientas de difusión fundamentales en las campañas electorales, los mítines en las ciudades las paradas a lo largo de la ruta del candidato se mantuvieron, pero ahora se determinaban estratégicamente de acuerdo con los tiempos y lugares de cobertura potencial de los medios.

A partir de la mediatización de la política a través de los medios tradicionales se dio no sólo un auge de asesores de campaña y de spindoctors, sino que también un gerenciamiento de campaña que conjugó imagen del candidato, discursos y organización. Tendencias que fueron reforzando de manera acelerada el papel de los medios tradicionales de comunicación, siendo así éstos intermediarios privilegiados entre los candidatos y los electores, influyendo decisivamente.

A pesar de la irrupción de medios digitales, en cualquier campaña política no se deben de dejar de lado los medios tradicionales, pues si bien en ambas esferas se crea una especia de monopolio de la oferta electoral de los contendientes, pues tienden a favorecer a ciertos candidatos.

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