Política y sociedad: ¿es necesaria la negociación política en los tiempos modernos?

Sociedad
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Una de las grandes trampas de nuestros tiempos son los extremos que han construido sociedades inhumanas, crueles, déspotas y autoritarias.

Desde hace mucho tiempo se sostiene que los seres humanos pasamos gran parte de nuestro tiempo negociando para obtener algo mejor en cada una de nuestras actividades diarias, para enfrentarnos a los intereses legítimos que chocan entre sí y que parecieran manifestarse en la lógica de la guerra, en la del triunfo de los más fuertes, los mejor pertrechados o de los más inescrupulosos.

En medio de esa cultura de la guerra, de la lógica del todo o nada, de la divinización del hombre más fuerte y de la única vía, debemos plantearnos la pregunta de cómo hacer valer la estructura del diálogo, de la razón, de la comprensión, de la lógica y de la negociación en la acción política.

Una de las grandes trampas de nuestros tiempos son los extremos que, por una parte, con sus purezas y lógicas impecables, han construido sociedades inhumanas, crueles, déspotas y autoritarias y, por la otra, se pretenden construir sociedades en extremo humanizadas y en extremo tolerantes, al grado de considerar que la ley puede ser superada por la sana convivencia que supone que cada quien haga lo que le parezca en nombre de la libertad y de la felicidad.

Por eso la política está inmersa en el terreno de la re- solución de los problemas concretos que plantea el ejercicio del poder, es decir, por una parte en cómo resolver las necesidades que tiene la sociedad que se gobierna y por la otra, en cómo hacer compatible el pensamiento ideológico con las acciones concretas, es decir, en las políticas públicas que se aplican diariamente.

Ni la voluntad de las mayorías o la popularidad medida en encuestas o en grandes concentraciones humanas, ni el discurso irresponsable, pueden sustituir a la legalidad en la definición de los actos de gobierno. Por eso la legitimidad y la legalidad en la actuación política son elementos indispensables para la construcción de un espacio público, en donde la palabra adquiera una resonancia suficiente para ser motor de cambios, para producir transformaciones y para generar los bienes públicos posibles.

Es precisamente en este espacio en donde la negociación es para la política lo que la lógica, para la actuación pública.

Quien no negocia en política está condenado a fracasar o a imponer y pareciera condenado a equivocarse más veces que los demás. Una preocupación evidente en las sociedades es que los ciudadanos demandan erradicar los pleitos y confrontaciones entre partidos políticos, entre grupos parlamentarios, entre órdenes de gobierno y entre organizaciones de la sociedad con la autoridad.

La construcción de acuerdos en todos los niveles, y en todos los órdenes, es lo que garantiza la estabilidad social y la buena convivencia, por lo que sostengo que una de las herramientas fundamentales para lograrlo es la negociación política.

Una negociación que nos permita distender y no tensar; acercar posiciones y no alejarlas; comprometer y no evadir responsabilidades; dialogar y no ignorar; en una palabra, llegar a acuerdos en beneficio de la sociedad que se dice representar. Por ello sostengo que en política siempre se deben buscar los terrenos en los que es posible, deseable, factible y hasta obligatorio encontrar rumbos y decisiones comunes.

Si buscamos un ambiente de respeto y utilizamos el diálogo rescatando la palabra para establecer comunicación entre los seres humanos y buscando siempre el punto de encuentro, habremos avanzado. Porque el diálogo implica que se busquen las mejores propuestas de solución basadas en la razón y el respeto, reconociendo la necesidad de la cooperación entre todos los actores políticos.

La negociación es necesaria en la política porque se negocia para resolver conflictos, se negocia para integrar mayorías y se negocia para sacar adelante las reformas a las leyes en el Congreso y las políticas públicas que se pretenden implementar. A diferencia de otros métodos alternativos de resolución de problemas, la negociación no sólo se utiliza para resolver los conflictos que se presentaron en alguna de las esferas del entorno político. También es un instrumento que nos sirve para alcanzar objetivos planteados para el futuro.

En una negociación política el objetivo fundamental es resolver un conflicto para resarcir el agravio cometido, pero sobre todo, para construir las decisiones que soportarán las reformas legales, las políticas públicas o la propia convivencia social y política. En los tiempos que nos tocaron vivir, los tiempos de la democracia; de la alternancia; de la transparencia; de la exigencia de rendición de cuentas y de la gran influencia de las redes sociales; ya no es posible pensar, que lo que se aprueba entre los partidos políticos, lo que se aprueba en el Congreso y lo que se acepta para la instauración de ciertas políticas públicas, no está negociado previamente por las diferentes fuerzas políticas y el gobierno.

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