La generación que comenzó a vivir los efectos de la pandemia del coronavirus en enero de 2020, se pregunta hoy, como hacer un mundo mejor, tras la cuarentena.
De entrada, lo real y evidente, es que esta generación está en una encrucijada. Primero. Por el deseo de ser mejor personas, en medio de una crisis económica traducida, a una alta desigualdad social.
Una desigualdad social que puede derivar peligrosamente en un populismo, incertidumbre e inseguridad en un presente incierto y un futuro, cada vez más lejano, gracias a la ausencia de empleo y la crisis del sistema de salud.
En mi calidad de consulto político, estoy seguro que en la tercera década del siglo XXI, se sentirá con toda la fuerza de un “tsunami” los efectos de la pandemia del covid -19, en un medio de un pesimismo que abrazará los jóvenes y las personas de la tercera edad. La razón. Ausencia de empleo e imposibilidad de una adecuada seguridad alimentaria. Tampoco, el sistema de salud es prenda de garantía para salvaguardar la vida.
A esta tendencia social, se suma que miles de personas han observado con impotencia y entre lágrimas la pérdida de abuelos, padres, hermanos, parejas, primos e hijos. Algo impensado, al filo de la media noche del 31 de diciembre de 2019 .
Todos los vientos de la actual generación están en contra. En varios países como Estados Unidos, España, Italia, México, Argentina y Colombia, la crisis sanitaria se mantendrá por varios meses Todo gracias, a que os Gobiernos actuaron de manera tímida, a la hora de enfrentar el enemigo silencioso, llamado coronavirus, que llegó desde China. Lo cambio todo Hasta la manera de vivir en familia y de trabajar.
Esta radiografía supone la aparición de nuevos liderazgos en el terreno político. Es decir, la aparición de protagonistas en la escena público, que hace un par de años atrás, no estaban en el radar de nadie. Ni de os ciudadanos y mucho menos, de los partidos. En ese contexto, la elección presidencial en Estados Unidos en el mes de noviembre será seguido por el planeta entero. Su efecto geopolítico, será una trascendencia descomunal.
La nueva era de mundo, no hay un equilibrio entre la salud mental de las personas y el mundo real. Todo lo que se ve en el horizonte es incertidumbre. Niños, mujeres y hombres estamos obligados a mantener los pies en el barro. En una realidad económica, social y política compleja. Se hace necesario, construir escenarios de consensos. Mirando el cielo desde la fe. Sin perder de vista, el reto individual y colectivo de preservar la vida y activar la economía gradualmente de manera responsable.
Si esa línea de acción pública no se lleva a la práctica, aparecerá el caos social. Un remedio, que puede ser peor que la enfermedad. A propósito de este comentario, usted que piensa. E mail villotasantacruzcarlos@
