Las encuestas le dan buena ventaja a Biden si se habla del plano nacional.
Su gestión de la pandemia ha sido desastrosa, la economía se le cayó a niveles por encima del 5 por ciento del PIB; el desempleo ya supera los 40 millones de adscritos al seguro social que han solicitado el desempleo y por si faltara la cereza del pastel la muerte del afroamericano George Floyd perpetrada por un policía que se excedió y le ocasionó la muerte por asfixia después de someterlo por más de ocho minutos con la bota en el cuello.
Y a pesar de todo Donald Trump se mueve, la base electoral que lo ha acompañado desde 2015 no lo abandona, justifica sus desaciertos, omisiones y excesos que van desde amenazar con lanzar al ejército a las calles hasta compararse con el mismísimo padre de la abolición de la esclavitud, Abraham Lincoln o regodearse con una Biblia en mano que indignó hasta al Papa Francisco y los líderes religiosos de la capital Washington.
Los ojos del país nublados por la COVID-19 no dejan de mirar hacia el 3 de noviembre, fecha de las elecciones para renovar la presidencia, las dos cámaras nacionales y poderes locales. La contienda estará centrada en el propio Trump por los republicanos y el virtual candidato del Partido Demócrata, Joe Biden, quien desde hace varias semanas se quedó solo en la carrera.
Las encuestas le dan buena ventaja a Biden si se habla del plano nacional, sin embargo, el voto electoral aún no refleja tendencias que marquen diferencia, los estados que le dieron el triunfo al mandatario en 2016 pudieran cambiar de bando, Pensilvania es uno de ellos, la indignación que despertó la muerte de Floyd desató una furia en Filadelfia que habla de un profundo malestar, no solo de la comunidad negra; en dos estados que han ido perdiendo los republicanos como Texas y Georgia también se produjeron movilizaciones de graves consecuencias.
En el plano internacional Trump en plena pandemia ya resolvió quitarle los recursos de su país a la Organización Mundial de la Salud, como parte de sugiera contra China que se ha reforzado con amenazas de toda índole que ya están alcanzando a Hong Kong, sigue buscando o inventando diferencias con los países de la Unión Europea y amenazando con retirar a la potencia de cuanto pacto o acuerdo no le gusta.
La inconformidad lejos está de superarse, vienen momentos cruciales como la ceremonia ia fúnebre en Houston, pero sobre todo el juicio a los cuatro policías y en particular al responsable de la brutal acción que asfixió a Floyd, el antecedente es el caso de Rodney King que desató movilizaciones tras de que los policías que le causaron la muerte quedaron en libertad, en ese caso el entonces presidente George Bush padre echó mano de las fuerzas armadas para contener las protestas.
La burbuja que generalmente trata de contener a Trump está rota, ni entre los mismos del equipo cercano se ponen de acuerdo, coinciden en que dejarlo improvisar es un riesgo, pero al mismo tiempo sus apariciones han sido desafortunadas, por decir lo menos, tanto a causa de la pandemia como por los efectos económicos y ahora la muerte de George Floyd.
¿Y México? Veremos hasta qué grado le resulta indispensable a Trump retomar el tema del muro y sus ataques contra los inmigrantes. No parece que le vaya a redituar mucho la firma para la actualización del tratado comercial programada para el 1 ese julio, para el caso, los beneficios se empezarán a sentir a partir del próximo año.
Las circunstancias están siendo muy parecidas a la elección que disputaron Bush y Clinton, que ganó el segundo, para fortuna de México, Bill Clinton no salió vengativo a la clara simpatía de Carlos Salinas de Gortari por Bush. No se olvida que Clinton extendió una línea de crédito por 50,000 millones de dólares que finalmente el gobierno de Ernesto Zedillo no utilizó. El entonces mandatario tenía claro que una crisis en México repercutiría en Estados Unidos, cosas de la vida para el 20 de enero, cuando asuma quien gane la elección del 3 de noviembre, seguramente México estará arrastrando una de las caídas más graves de su economía, según los pronósticos de los especialistas.
Le toca al gobierno de López Obrador hacer los cálculos de riesgo entre una reelección de Trump y una victoria de Joe Biden. De lo que no hay duda es que ninguno será un amigo incondicional de México.