Esta situación imprevista que estamos viviendo, inédita y planetaria está trayendo todo tipo de consecuencias sociales y culturales, varias de ellas que impactan de lleno en la comunicación política.
PUBLICADO EN 7 MIRADAS - En el muy corto plazo sobre la comunicación de gobierno y el manejo de crisis, y más mediatamente sobre los formatos de las campañas electorales.
Es muy aventurado decir que esto marca un antes y un después en la historia, ya que la crisis se puede terminar rápidamente si aparece una vacuna o se descubre un tratamiento sencillo. Lo que sí queda claro es que las sociedades se vieron obligadas a una adopción fulminante y masiva de las tecnologías de la comunicación. En ese sentido, la crisis ha sido gran acelerador de tendencias previas, concientizando a pasos agigantados sobre todo lo bueno y lo malo que pueden generar nuevas modalidades laborales y de convivencia.
Según un informe de lmperial College de Londres es probable que en los próximos 12 a 18 meses existan brotes esporádicos del virus que obliguen a protegerse, re adoptando temporalmente las cuarentenas. Por otro lado, más allá del COVID-19 específicamente, se estima que alguna pandemia afectará al planeta periódicamente, quizá modificando nuestros hábitos de vida y trabajo por un largo plazo. Las reuniones estarán más limitadas, habrá restricciones para viajes, con requerimientos de higiene que llegaron para quedarse y más protección a los grupos vulnerables. El trabajo remoto y el comercio electrónico también se profundizarán.
¿Qué significa esto para la comunicación política? Hay que prestarle atención a estas 10 tendencias:
- Si vamos a circular menos por las ciudades y tomaremos distancia, la política de masas, la del contacto personal, los abrazos y el mano a mano quedarán en suspenso durante un tiempo. Los votantes van a tener mayores temores. Ni hablar de los candidatos que deban exponerse permanentemente al contacto con mucha gente. Mostrarse cercano será un problema.
- A menos contacto personal forzoso le puede corresponder una profundización del uso más profesional de las redes sociales. Será “obligatorio” abordar lo digital, ya no una opción. Esto es un cambio cuantitativo (más uso) y cualitativo (mejor uso).
- La masiva y acelerada adopción de las tecnologías de la comunicación por parte de los votantes obliga a los equipos de campaña y los candidatos a volver a aprender nuevos estilos y lenguajes, agudizando la virtualidad. Esto influye más en los grandes centros urbanos.
- Dado que el mundo virtual tiene limitaciones para expresar afectividades y emociones de un modo verosímil, la creatividad deberá prestarle mucha atención a cómo achicar esa brecha.
- El incremento de la depresión y la ansiedad en las sociedades, va despertando humores poco propensos a la política en general, y a las campañas en particular. Políticos en campaña pidiendo el voto con este clima a veces podrá ser un poco chocante.
- No solo se destruirán muchos puestos de trabajo por recesión, sino que además muchos empleos serán destruidos prematuramente por la adopción acelerada de tecnologías. Esto requerirá mucha contención social de corto, mediano y largo plazo. Hacer campaña con este esquema social sumará otra dificultad.
- Mucha gente se sentirá desubicada, perdida, en el nuevo esquema de relaciones sociales, ya que muchos proyectos de vida quebrarán, lo cual abrirá espacios para la aparición de nuevos proyectos políticos que representen nuevas identidades, en función de una reestructuración de las sociedades. Quien estaba ahorrando para un gran objetivo, quien pensaba mudarse, casarse, viajar, cambiar el auto, iniciar una carrera universitaria, etc. quizá de la noche a la mañana vean que todo se deshace como un castillo de arena. Mucha gente perderá su status y su círculo social imprevistamente, solo por el hecho de ser expulsado del mercado de trabajo, y esto en general trae actitudes negativas y de resentimiento.
- Estas nuevas identidades hará necesaria la generación de nuevos relatos, profundizando la tarea de los storytellers.
- Si muchos esquemas se reestructuran, seguro traerán aparejadas reacciones anti mainstream, las cuales serán mejor representadas por relatos nostálgicos, profundizando las críticas a la globalización y las nuevas tecnologías. Esta tendencia ya está presente de la mano de liderazgos como Trump, Bolsonaro o el movimiento Brexit, entre otros. Su éxito radica en la apelación al regreso a un pasado feliz. La crisis generada por la pandemia acelera lo prexistente.
- Por último, como es connatural en la política, sacará ventaja el que logre comunicar un futuro verosímil y esperanzador. Claramente será una sociedad en busca de esperanzas frente a una incertidumbre mayúscula.
¿Y entonces? ¿Quién podrá defendernos? Se los contamos la semana que viene.