Hoy los electores han cambiado, no solo en sus características, sino en la forma de planear su decisión.
En la mayoría de los países los ciudadanos votan libremente, y saben que, a través de su voto, tienen el poder para apoyar, castigar o dar un voto “útil” a los candidatos que, aunque no les agradan ni convencen del todo, bien pueden derrotar a los políticos que en su opinión no han sabido gobernar.
En el mismo sentido se están gestando importantes cambios en las organizaciones políticas. Las mismas que, poco a poco, han comenzado a profesionalizar sus campañas de comunicación política. Las experiencias recientes han demostrado que la investigación se vuelve fundamental para poder así orientar sus mensajes y propuestas con el fin de dar respuesta a las expectativas, exigencias y tendencias de los electores.
También el radio de difusión, los formatos y canales para la transmisión de información han cambiado. En la actualidad, los candidatos y las campañas disponen de distintas tecnologías y numerosas herramientas comunicacionales. Razón por la cual, las campañas políticas deben de ser mucho más estratégicas, creativas, sencillas y directas.
En nuestras modernas sociedades, los ciudadanos votan por aquellos candidatos que más les agradan y, sobre todo, por aquellos con los que se identifican en mayor medida. Por lo cual, la forma en que los electores perciben a los candidatos influye directamente en la manera en que se estructuran e implementan las campañas de comunicación política.
Además, conforme los ciudadanos se vuelven más informados y selectivos, los estrategas se han visto en la necesidad de valerse de distintas técnicas generadas por la comunicación, con el fin de que las campañas puedan impactar efectivamente a distintos tipos de público, mediante la introducción calculada de un cierto grado de ambigüedad en los mensajes y piezas.
Así mismo, las regulaciones electorales se han vuelto más estrictas cada vez. Limitando los canales de difusión, los montos, los tiempos y el tono de las campañas políticas. Situación que obliga a los candidatos, a sus equipos y consultores a ser mucho más precisos y estratégicos con sus mensajes; a contar con campañas mucho más imaginativas; y, sobre todo, a optimizar mucho mejor los recursos.
Por último, en la mayoría de los países que integran la región, se verifica un importante crecimiento –en algunos casos indiscriminado- del número de opciones políticas por las que puede votar el electorado. A los partidos o institutos políticos “tradicionales”, se han ido sumando organizaciones no gubernamentales, movimientos y agrupaciones políticas de distinta índole. Incremento que también se ha visto reflejado en la oferta de una mayor gama de servicios y consultorías asociadas a la comunicación política.
De tal manera que en nuestros días existe un gran número de profesionales, consultores y asesores, especializados en áreas como Imagen Pública, Estudios de Opinión, Estrategia, Diseño, Comunicación Digital, etc. Hecho que, paulatinamente, ha contribuido a que los procesos electorales locales se vuelvan mucho más planificados, técnicos y sistemáticos.