Vergara es Periodista, Doctor en Comunicación Organizacional y Máster en Marketing y Comunicación.
No son buenos días para los números, desde hace un tiempo que es habitual cuestionar las cifras que pueda publicar cualquier institución sea pública o privada, el mejor ejemplo de ello son como algunos países informan el desempleo, la inflación o el crecimiento de forma totalmente diferente a lo que otros organismos plantean; otro ejemplo de ello son las encuestas, difícilmente han sido acertadas en las últimas elecciones; pero de ahí a que algún organismo internacional se preste para esto, son palabras mayores.
Cuando Paul Romer, economista jefe del Banco Mundial, reconoce que se alteró el índice de competitividad del reporte Doing Business por parte del equipo liderado por Augusto López-Carlos haciendo caer a Chile del puesto 26 al 57 y todo ello con el fin de perjudicar al gobierno de Michelle Bachelet, sin considerar el riesgo asociado de perjudicar a un país en el contexto internacional haciéndolo menos atractivo ante potenciales inversiones extranjeras.
En esta oportunidad fue Chile el perjudicado, pero pudo ser cualquier país que se someta al poder de algún organismo internacional y es por ello que se hace urgente poner atención en este desprestigio sistemático en el cual han caído las cifras; si nos ceñimos netamente al plano económico, la seriedad y confiabilidad que proveen los datos son parte integral de los resultados económicos de un país; sin embargo el desprestigio es bastante más amplio que el netamente económico.
El desprestigio del quehacer político ya es global, si en economía se alteran datos, en período electoral se modifican realidades con promesas y compromisos impracticables o a través de campañas el terror que satanizan a un candidato o coalición política.
Este fenómeno, llamado habitualmente PostVerdad, ha desviado la atención política olvidando la relevancia de los contenidos de un programas de gobierno, para enfocarse en estrategias de marketing y campañas propagandísticas que más que ideas busca el desprestigio del bloque opositor.
Siendo así, lo importante es preocuparnos de la credibilidad de las cifras y promesas que estamos consumiendo, de lo contrario seguirán ocurriendo casos en los que un grupo pequeño de personas bajo una estrategia planificada pueden afectar una economía, elección o un plan de políticas públicas de un país o gobierno.
En la XII Cumbre Mundial de Comunicación Política, a desarrollarse en Ciudad de México entre el 6 y 8 de febrero próximo, tendré la oportunidad de exponer sobre “La Estrategia Comunicacional de la PostVerdad” y cómo ésta influyó en la última elección presidencial de Chile.

