LA NECESIDAD DE COMUNICAR FRENTE AL CANSANCIO Y LA APATIA DE LA GENTE, QUE YA NO QUIERE ESCUCHAR

Sociedad
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¿Será que comunicamos mal?

Los miles de mensajes que recibimos al día, nos mantienen infoxicados. Es real que nos mostramos cansados, apáticos a todo esto, y preferimos el show farandulero. El morbo relajado llama la atención, proporciona oportunidad de especular, hacer conjeturas. Los temas considerados complejos y serios e incluso el show político les pone de mal humor.

Es que cuando termina la campaña electoral, quién gana, debe pasar a la comunicación de gobierno. Desde este instante, se debe comunicar activa y asertivamente lo que se está haciendo, escuchar permanentemente la ciudadanía para ajustar las políticas en acto, generar nuevas políticas para construir poder social a través de redes comunitarias, (atención no poder electoral).

¡Cuando se ganan las elecciones se consigue el poder!

Y gobernar BIEN es mantener ese poder. Para eso se necesita interactuar constantemente con quienes te otorgaron el poder, los ciudadanos, la gente. La realidad es que no debe estar siempre en campaña, sin embargo, desde el gobierno, los funcionarios deben comunicar la gestión como si la ciudadanía pudiera votar todos los días. Es ese pequeño temor al escrutinio que te hará gobernar bien.

Este tipo de campaña permanente llevará al gobierno a mantener una conexión constante informando sus logros y políticas con el fin de construir una narrativa coherente, perder el miedo al escrutinio ciudadano y aumentar la aprobación y confianza.

Por otro lado, LA OPOSICIÓN pasa al rol de vigilancia permanente. Su papel principal es aprovechar la oportunidad que se le brinda de cuestionar con cordura, con bases, siempre proponiendo alternativas, fiscalizar con claridad y argumentos que no den lugar a dudas, mantener una presencia si o si en la esfera pública y estar siempre junto al ciudadano.

Si el gobierno y sus funcionarios optan por continuar en campaña electoral y no entra en su rol de gobernar, se exponen a desgaste político y económico, porque para mantener la imagen, la percepción y el populismo, se necesitan recursos y muchos. Este accionar provoca un desgaste de la confianza, con la consecuente crecida de la abstención.

Acciones como la desinformación, la propaganda manipulada para crear percepción, las promesas emocionales, la polarización, los slogans en lugar de los planes, en donde la prioridad son los LIKE, condenan a los gobiernos, a sus lideres y a los partidos a una búsqueda de legitimidad continua.

Una comunicación saludable tanto para el gobierno, para la oposición y para el sistema de partidos, requiere de una planificación estratégica y una ejecución cuidadosa, para que en vez de aportar no termine aumentando la conflictividad y el consecuente debilitamiento de las instituciones.

El debilitamiento tiene un efecto invalidante que dificulta poder abordar ciertos temas e imposibilita de tomar decisiones eficazmente, terminando socavando la democracia y su calidad.

En fin, escuchamos frecuentemente en estos días la frase “están en campaña permanente”.

Nos cuenta Daniel Ivoskus en su libro GOBERNICAR que la campaña no termina con las elecciones. Y quien pierde, ¡¡¡¡la oposición!!!  debe estar lista a asumir un rol de control, de fiscalizador, observador permanente de las acciones del gobierno, estando atenta a las necesidades reales de los ciudadanos y en su momento asumir y liderar causas para equilibrar y presionar al gobierno en el cumplimiento de sus promesas y ejecución del plan presentado en campaña.

En sociedades cada vez más exigentes el ciudadano reclama esta deuda milenaria de los políticos y gobernantes y no acepta más propuestas. Lo que busca fervientemente son respuestas, presencia y coherencia para que el relato y la narrativa les incluya y pertenezca.

Entonces, estar en campaña constante tanto para gobierno como para oposición es indispensable y debe hacerse dando paso a la participación y a la comunicación con sentido, campañas de información, conexión, escucha permanente: sin duda SI, pero en ambos casos bien usada, con responsabilidad, una comunicación que responda, responsabilice, transforme la vida del ciudadano y fortalezca la democracia.

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