Si lo hubiésemos pensado o habríamos tenido la capacidad para predecir meses atrás, como seria el mundo en el estado actual, podría haberse considerado como un simple sueño alucinante y catastrófico o una persona en camino a potencializar la demencia.
Mientras nos encontramos en casa como medida para frenar la propagación de la pandemia, aflora en mí la época escolar, recordando el nivel básico en donde en matemática, se nos explicaba cómo encontrar el máximo común divisor (MCD), y en ese momento no era fácil comprender esa operación, sin embargo hoy, si pudiéramos determinar, que un elemento común está separando continentes, países, regiones, provincias, municipios y personas, acertáramos con facilidad al señalar al COVID-19 como ese máximo común divisor.
Para la especie humana sería inconcebible pensar que su lucha por la permanencia y existencia se libraría contra un enemigo ante el ojo humano invisible y que la primera fase de combate sería un correcto aseo personal, cubrirnos la boca y permanecer a dos metros de distancia los unos de los otros. No obstante, hasta aquí, podríamos adaptarnos a estos nuevos hábitos, pero un tanto más complejo es entender, lo paradójico de cómo ha cambiado todo el sistema económico, social, político y cultural del mundo modificando todo nuestras vidas.
Este contexto representa un fuerte reto para cada gobernante, los cuerpos de salud, sea en países desarrollados o en vías de desarrollo y en particular en América Latina, en donde se acrecientan limitaciones y capacidades prácticas para hacer frente a una crisis sanitaria y social de esta magnitud. Este proceso ha servido para ver y medir la capacidad y templanza de los gobernantes, algunos con grandes problemas para seguir lidiando los múltiples circunstancias y otros con el transcurrir de los días, aprendiendo conforme pasa el tiempo y logrando de manera ágil palear la crisis con diferentes medidas.
Por otro lado, tenemos la otra cara de la moneda, “Los Ciudadanos” para quienes se ejecutan dichas medidas con el objetivo de beneficiarle a sabiendas que tenemos economías débiles y muchos trabajadores no registrados formalmente en el sistema, y en ellos carga las peores consecuencias de la pandemia, al contar con escasos recursos para sobrevivir cuya filosofía de vida es el día a día.
Ante esas situaciones emanan diferentes emociones tale como: enojo, miedo, rabia, impotencia entre otras más, estas emociones son volcadas hacia quienes nos gobiernan, agregándole un PLUS, la desconfianza a la clase política. Cuando tenemos todos esos ingredientes en una receta, la cual tienen sin más que digerir los ciudadanos, se transita un estado complejo de comprensión.
Cuando los ciudadanos adoptan el traje de la rebeldía y esta hecho a su medida, a su percepción y a su condición, hace que el espacio entre la comprensión y la solución se agigante con tendencia hacia los extremos, de igual se colocan a ambos extremos dos segmentos, quienes pueden seguir en aislamiento y cubrir sus necesidades, frente aquellos que de manera obligatoria deber seguir en sus hogares con el agravante de las limitaciones para subsistir.
Pese a que los gobernantes buscan plasmar su estrategia comunicativa en tres principales ejes: Acción, Tranquilidad (confianza) y Esperanza, se levanta una barrera de negación y de carácter pesimista donde el significado del color verde (esperanza) lo visualizamos en escala monocromática de negro. Ante una situación de intranquilidad, el quedarnos en casa, lavarnos las manos, más el uso de la mascarilla y ver como cada día, los equipos de salud arriesgan todo para con nuestros compatriotas. El sentido general ante la crisis y el aumento de las cifras de contagiados y fallecidos conducen a dos opciones, aumentar el miedo de contraer el virus y por otro lado negarse de manera violenta a obedecer los toque de queda/asilamientos sociales/cuarentenas y evitar realizar acciones que pongan en riesgo mayor su estado de salud, aferrado a una expresión popular “si te va a dar, te da como sea” con eso minimiza la consecuencia del COVID 19, tal vez por ignorancia, desconocimiento, pero es probable o simple y llanamente por desesperación, histeria, impotencia nacida de querer cubrir cada demanda propia y de quienes de nosotros depende, estar a expensa de la mano extendida del gobiernos, de instituciones privadas, etc.
Si logramos comprender que los gobernantes en su inmensa mayoría buscan con sus medidas acertadas y otras no tanto procurar el bien común, hemos pasado la prueba, pero si continua la insatisfacción frente a innumerables esfuerzos serán OBRAS SIN PROVECHO!!!