¿Los políticos necesitan a los medios?

Análisis
Tipografía
  • Muy Pequeño Pequeño Mediano Grande Muy Grande
  • Default Helvetica Segoe Georgia Times

En el discurso de los políticos el hecho probado importa menos que la intención del que lo publica. Se juzgan los orígenes y motivaciones del mensajero antes que la veracidad de los documentos y cifras que puedan presentarse en una nota.

POR MAURICIO CABRERA PARA STORYBAKERS - La política y el futbol se parecen cada vez más. Si antes el tipo de análisis solía reconocer que a la actividad lúdica había que ponerle más pasión y a la selección de un candidato había que ponerle, al menos en la teoría, más cabeza, hoy esas diferencias entre el juego que nos permite irnos a los extremos de la subjetividad y la batalla por el poder se han convertido en uno mismo tanto en el tipo de conversaciones que se tienen como en el replanteamiento que ha de producirse entre los medios de comunicación y los protagonistas de dichas arenas.

Los futbolistas no quieren hablar más con los medios. Los políticos tampoco. Existen sus excepciones claro, pero es más que nada cuando se sabe que será una entrevista a modo o cuando menos inofensiva para su popularidad, ya sea la de un futbolista o la de un político. E incluso si se garantiza esa condición, al político, como al futbolista, le parecerá más atractivo elegir como interlocutor a una marca personal bien posicionada y que pueda terminar sumándole, ya sea por la audiencia con que cuenta (por lo general más específica que la de un medio de comunicación) o por la garantía de evadir preguntas incómodas que puedan derivar en un resbalón retórico que para los medios representa “sacar la nota”.

El contexto mexicano me lleva a escribir de este tema. Por un lado, como también ocurrió a través del gobierno vía Twitter patentado por Donald Trump, el presidente mexicano ha encontrado en “La Mañanera” un show que le permite dar la sensación de transparencia y apertura cuando en la realidad se trata de un montaje en el que el monólogo es acompañado de preguntas a modo de los youtubers y periodistas (si es que puede llamárseles así) que tienen un lugar reservado; por el otro, un debate organizado por El Norte, diario local de Grupo Reforma, fue boicoteado por tres de los cuatro candidatos a la gubernatura de Nuevo León al asegurar que no estaban dadas las condiciones de imparcialidad necesarias para participar en dicho encuentro.

No es de mi interés particular determinar si los candidatos tienen o no razón, sino lo que puede extraerse detrás del desaire a un espacio que antes sí que hubiera resultado representativo y estratégico para quienes aspiran a uno de los cargos más relevantes de la política mexicana. Esa lectura a detalle nos permitirá responder si los políticos hoy necesitan o no a los medios.

1) Los políticos no requieren a los medios para emitir un mensaje: Si bien existían ciertos medios afines a Donald Trump, con Fox como principal estandarte, ha de recordarse que una buena parte de los legacy media estadounidenses fueron vistos como adversarios de Trump tanto en campaña como una vez instalado en la Casa Blanca. Para su ascenso como figura política, Twitter fue su principal megáfono. Y sí, también una serie de “medios de extrema derecha” creados en muchos casos por ellos mismos para tejer una estrategia de desinformación que se valiera sobre todo de los algoritmos de Facebook.

Trump requirió que hubiera contenido sobre él, pero no necesitó para posicionarse que el mismo fuera firmado por periodistas reconocidos o por las marcas periodísticas más respetadas del mundo, es decir, que ni el New York Times ni CNN fueron bastiones de su candidatura y gobierno.

En México ocurre lo mismo. López Obrador se da por bien servido teniendo una buena relación con el grupo de influencers/youtubers que dirá lo que le conviene a su audiencia más fiel y enemistándose, por contra, con esos medios a los que en vez de pensar en darles una entrevista, los ataca y señala como adversarios de la autonombrada Cuarta Transformación.

Respecto al debate fallido de El Norte no queda más que decir que una negativa a participar no se hubiera dado en ninguno de los tres candidatos que declinó si no se considerara que se trataba de una actividad de la que se podía prescindir, con independencia del modelo editorial e intereses que pudiera o no perseguir Grupo Reforma.

2) La enemistad con los medios vende en la política: a diferencia del futbolista que no obtiene un beneficio directo de rechazar a los medios de comunicación, la clase política ha convertido la confrontación con los medios en parte de su discurso y propuesta.

Para ellos apuntar a los medios y al periodismo como fuerzas opuestas a lo que sea que estén proponiendo representa la construcción de un blindaje frente a lo que pueda producirse en dichos frentes. Dado que hoy un político concentra miles de voluntades reales y ficticias en modo 24/7 a través de sus propias redes sociales y de las de sus aliados, cuenta con el megáfono suficiente para cuando menos dinamitar el poder de los hechos que resulten consignados en un reporte periodístico argumentando que el objetivo madre de esa pieza informativa es destruir el cambio que él está proponiendo.

En el discurso de los políticos el hecho probado importa menos que la intención del que lo publica. Se juzgan los orígenes y motivaciones del mensajero antes que la veracidad de los documentos y cifras que puedan presentarse en una nota. Y guste o no, para políticos con arraigo masivo esa técnica termina funcionando.

3) Los políticos no requieren dar entrevistas a los medios, pero sí que hablen de ellos: que los políticos rechacen dar entrevistas o participar de forma directa en un debate o evento organizado por un medio de comunicación no representa que éste carezca de cierta relevancia estratégica, pero sí que el mejor modo de estar presente es logrando llevar la agenda hacia lo que a ellos más les conviene en vez de exponerse en un encuentro directo que pueda tomarlos desprevenidos.

En una plática reciente que tuve con Daniel Ivoskus, presidente de la Cumbre de Comunicación Política, él me advertía que para un político lo importante es estar apareciendo en el espectro público como el personaje central, el que impone la agenda y el que dicta los temas de los que se hablan, con independencia de si ese protagonismo se da con connotaciones positivas o negativas.

Los más experimentados, como López Obrador y Trump, viven descalificando al mensajero, de tal forma que para cuando ese medio que es blanco de sus ataques publica un contenido que cuestiona su desempeño, ya existe un antecedente que lleva a que su base más arraigada desestime lo que se publique por tratarse de historias con intenciones alineadas a las de la oposición.

El caso para los políticos no es infalible. Aunque López Obrador goza de éxito probado en contener lo que de él pueda decirse en medios de comunicación, ese control de daños permanente no está blindado ante hechos que impactan la vida pública, como la muerte de 25 personas provocada por la caída de uno de los vagones de la Línea 12 del metro de la Ciudad de México. Ese incidente ha provocado una caída inédita en los niveles de aprobación presidencial y de las expectativas de voto de Morena, el partido del presidente, de cara a las elecciones intermedias del seis de junio.

Pin It