Aun con coronavirus habrá política, porque la gente seguirá expresando sus opiniones, conversando y organizándose para decidir o imponer su sentir racional y emocional.
Decía mi maestro Ed Grefe, en paz descanse, que en la política, la alta tecnología no sustituye al alto contacto, refiriéndose a que un apretón de manos sincero tiene un efecto mucho más poderoso que el uso de cualquier herramienta digital de comunicación. Pero es que a mi profesor no le tocó ver el fenómeno de distanciamiento social que estamos experimentando hoy, que nos obliga a replantear la forma de hacer política. De ahora en adelante, política con cubrebocas.
Si algo nos ha enseñado la historia es que el poder deriva de la organización de un grupo en torno a una causa común, que puede ser alcanzar un objetivo, implantar una ideología de gobierno, defenderse de una amenaza, o hacer frente a alguna inconformidad. Cuando hay una persona capaz de aglutinar esos sentimientos colectivos y plasmarlos en un plan de acción, surge un líder.
Este es el esquema básico del empoderamiento. Pero para lograrlo, el líder depende del poder de la conversación y del acercamiento a los miembros del grupo, lo cual presenta un reto desde el confinamiento. ¿Cómo tener un diálogo cercano con los ciudadanos y generar suficiente rapport para sumar adeptos? ¿Cómo sustituir las actividades de cercanía con las que un político puede construir una base de apoyo real?
Sí, hay tecnologías como mítines virtuales, foros de conversación telefónicos, videollamadas, pero no es lo mismo. Creo que la nueva normalidad política exigirá dos cosas: primero, campañas y plataformas microsegmentadas de acuerdo a los intereses ciudadanos. Es decir, los anuncios políticos masivos perderán impacto, mientras que los mensajes de precisión a través de redes sociales y otros medios de contacto personalizado cobrarán importancia. Ergo, ya no habrá una solo campaña para el electorado, sino 50 o 500 microcampañas para distintos tipos de elector, pero todas articuladas.
Y lo segundo, es volver al trabajo territorial pero con medidas de prevención sanitaria. A la hora de hacer campaña de tierra, además de bloqueador solar y unos zapatos cómodos, habrá que llevar cubrebocas y gel antibacterial. Si antes decíamos que la clave de la victoria electoral eran las “tres eses”: sudor, saliva y suelas, ahora habrá que sumarle una cuarta: “sanidad”, con la implicación de que ésta, hará aun más lenta la aproximación a los ciudadanos.
Aun con coronavirus habrá política, porque la gente seguirá expresando sus opiniones, conversando y organizándose para decidir o imponer su sentir racional y emocional. De eso se trata el voto y la comunicación pública. Sin embargo, la nueva normalidad presenta una oportunidad para replantear las campañas y hacer política diferente. Una en donde la tecnología sea un medio para facilitar el contacto remoto, pero directo, con la gente. Una que sea más eficiente y menos aborrecible para el ciudadano.
Israel Navarro es Estratega Político del Instituto de Artes y Oficios en Comunicación Estratégica. Twitter @navarroisrael