De nuevo hay que hacer la tarea sucia

Opinión
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La administración Biden mandó el mensaje equivocado, la promesa de reforma migratoria para once millones de indocumentados, estatus legal a los jóvenes soñadores, atender las necesidades de los agricultores y concretar el TPS para los venezolanos en sus primeros días; fue interpretado como un relajamiento de los controles en la frontera norte.

También aumentó la atención de solicitudes de asilo y trataron de resolver el grave problema de los menores de edad no acompañados.

Dichas acciones fueron aprovechadas por los republicanos para decirle a todo el país que en unos días el nuevo gobierno propició una crisis humanitaria, porque a su juicio anuló las medidas tomadas por Donald Trump y, desde luego, por los traficantes de personas, que hicieron creer a los centroamericanos que Joe Biden les estaba dando la bienvenida, lo creyeron, aumentó el flujo de los emigrantes del Triángulo Norte, quienes, incluso, reclaman al presidente que les cumpla, lo que ellos entendieron que ahora las  puertas estaban abiertas.

En eso estaban, cuando los demócratas recordaron que México le hizo a Trump el trabajo de contención en las dos fronteras y pusieron manos a la obra. ¿Quieren vacunas? ¡Ah! pues nosotros queremos militares como agentes migratorios, fue la respuesta.

López Obrador podrá decir que si la soberanía o la madre del muerto; los hechos lo descalifican: pidió vacunas por la vía de la ONU y nada, luego de manera abierta, previo a su reunión virtual con Biden, pero le respondió la vocera que tampoco y en días pasados diciendo que si Estados Unidos contaba con millones de dosis de Astra-Zéneca y no las usa porque los CDC no la han certificado, pues que no fueran gachos y le prestasen unos cuantos millones.

De ahí trascendió el quid pro quo, esa especie de dando y dando, que las dos partes han querido negar, pero, otra vez, los hechos los descubren. Estados Unidos anunció que mandaría vacunas a sus dos vecinos, a Canadá, solo porque son mejores amigos, pero a México le pusieron como condición aumentar la vigilancia en las dos fronteras.

Las cosas están tan calientes que Biden visitará pronto la frontera sur, legisladores republicanos lo vienen haciendo en pequeños grupos, pero de manera continua, los representantes demócratas han descobijado a su gobierno filtrando imágenes de las condiciones en que se encuentran los menores no acompañados y los de las localidades fronterizas reclaman el impacto que se está presentando en sus comunidades.

Así las cosas, ya le fragmentaron los planes al presidente, si la intención era regularizar a los dreamers y a once millones que tienen cinco años o más en calidad de indocumentados y han realizado sus declaraciones de impuestos, ahora abundan las iniciativas porque unos y otros no quieren ceder la medalla al adversario.

La última gran reforma migratoria se logró con Ronald Reagan, después ha habido intentos bipartidistas, partidistas, presidenciales y nomás no han llegado a feliz término, por eso los gobiernos han recurrido a los permisos temporales para nicaragüenses, salvadoreños, hondureños y como ya se dijo, a los venezolanos.

Con tantos problemas poco se dice del aumento de los mexicanos que están migrando a Estados Unidos. La crisis económica que sufre el país y las perspectivas de que empeore, han provocado que, otra vez, sea mayor el número de los que se van que los que regresan, Bloomberg calculó que unos 40 mil en los últimos dos años con énfasis en el último semestre de 2020; cosa que a López Obrador le dará mucho gusto porque significará más remesas. No olvidar que Biden le bateó la propuesta de un programa de trabajadores temporales como el de los braceros del siglo pasado.

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