SIN PATEAR LA LONCHERA

Opinión
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“No hables mal de un político, él te dá de comer”, tremenda advertencia para quienes nos dedicamos a ser acompañantes y no instrumento, ahora bien, no todos son malos y no se cuestiona a alguien por su oficio, simplemente en cada caso particular la condición humana hace lo suyo y ahí está el asunto.

Los dirigentes representan instituciones y cargos que deben ser respetados, es inocultable: todos tenemos derecho a tener opiniones, creencias diferentes; hay que fomentar el debate, buscar soluciones, abolir el odio malsano y asumir que por “temor reverencial” no debemos callar.

¿Cuántos se merecen los calificativos desobligantes que acompañan nuestra postura ciudadana más allá del ámbito profesional?, estoy seguro que no son todos pero hay casos donde, lo humanamente imperfecto hace lo necesario para ganarse el insultario.

Estamos en un mundo permeado por la información falsa o sesgada que daña la reputación y la credibilidad de cualquiera, los ataques personales debilitan la confianza, los señalamientos pueden ser percibidos como acoso y hostigamiento, en fin: “para que un argumento se haga ofensivo debe haber alguien que se sienta aludido”.

En lo personal: no me molesta que piensen que soy un idiota, me molesta que estén seguros, así las cosas, cuando escribo evito dar nombres, lugares o fechas, aún así, no falta el que pregunta: ¿será de mí, de quien habla?

Criticar a quien te incumple la cita, te paga incompleto, no te paga, llega tarde, malgasta tu dinero o se olvida de quien eres, es justo y constructivo, les guste o no, “el que quiera afecto que se quiera a sí mismo”.

Como diría mi madre: “si quieren pensar que los elefantes vuelan y eso los hace felices, está bien”, siguen nublados por el aplauso y la coba, yo por mi parte, me hago responsable de lo que digo, nunca de lo que entienden.

 

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