El presidente descarta decretar la cuarentena por razones económicas y sigue sin presentar un plan para frenar el brote del virus en el país centroamericano.
Los nicaragüenses sintonizaron con curiosidad este miércoles la transmisión televisiva en la que el presidente Daniel Ortega reapareció en Managua, tras 34 días de ausencia en medio de la emergencia sanitaria. El mandatario sandinista no explicó las razones de su prolongado extravío y, en cambio, minimizó el impacto de la pandemia en su nación y en su discurso se centró en criticar las “bombas atómicas”.
Pasado el mediodía, el Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor) emitió un comunicado ordenando cadena nacional de televisión para transmitir el mensaje de Ortega. El aviso causó expectación luego de oleadas de rumores sobre el paradero y la salud de Ortega en las últimas semanas. Aunque Telcor programó la cadena nacional a las dos de la tarde de Nicaragua, la vicepresidenta Rosario Murillo alargó más la espera y la expectativa. Dijo que su esposo comparecería “al final de la tarde”. A las 17.40 horas, Ortega reapareció en televisión acompañado de la primera dama, su Gabinete y funcionarios leales, como el presidente de la Asamblea Nacional, Gustavo Porras. El presidente, enjuto, usaba una chaqueta negra y una gorra con el escudo de Nicaragua. Esta vez su discurso fue corto: 25 minutos.
Ortega, en ningún momento de su discurso, explicó por qué se ausentó 34 días. Esta desaparición en medio de la amenaza sanitaria de la covid-19 fue la más larga en sus periodos presidenciales. El líder sandinista ha sido bautizado por la prensa nicaragüense como “el gobernante ausente” debido a sus contantes extravíos y por los cuales no explica razones.
“Nuestra solidaridad y nuestras condolencias con todas las familias que están sufriendo los embates de esta pandemia que han tenido seres queridos fallecidos, otros en estado grave, conectados en las UCI, otros aislados, todos sufriendo con mucho dolor”, dijo Ortega. Fue la primera vez que el presidente se refirió de manera clara la pandemia, que en Nicaragua ha provocado nueve casos positivos y un fallecido, según información oficial.
La reaparición de Ortega no apagó las inquietudes de los nicaragüenses sobre la política de su Gobierno frente al coronavirus. Descartó decretar cuarentena argumentando razones económicas, ni aislamiento social como recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tampoco ofreció a su nación un lineamiento o plan claro para prevenir el brote del virus y en cambio criticó las “bombas nucleares” en un momento que la humanidad batalla contra la letalidad del covid-19.
“¿Acaso con las armas atómicas van acabar con el virus? Con los cohetes que están desarrollando ahora en estas carreras armamentistas para conquistar el espacio y convertir el espacio en un campo de guerra para matar, para la muerte. ¿Para qué son esas armas?”, expresó el mandatario sandinista.
Aunque los nicaragüenses se han impuesto una cuarentena voluntaria, Ortega aseguró que la ciudadanía se “protege” siguiendo las orientaciones del Ministerio de Salud (Minsa) de su Gobierno. Sin embargo, la autoridad sanitaria, durante los 34 días de ausencia del presidente, ha reiterado que “declarar cuarentena es alarmante y extremista”, y al mismo tiempo ha mantenido una postura que resta importancia a la peligrosidad del virus.
Por otro lado, la política oficial promovida por la vicepresidenta Murillo en medio de la pandemia son aglomeraciones públicas a través de su plan verano 2020, que incluyó misas campales, conciertos, maratones, conciertos, visita casa a casa para “combatir” el virus, y una marcha política llamada “Amor en tiempos de la covid-19″.
Ortega sugirió en su discurso que tampoco acatará las medidas preventivas dictadas por la OMS, ya que enfrentarán la pandemia “con los recursos limitados” de Nicaragua y “con paciencia”, sin aclarar si tiene definido un plan de acción.
La Organización Panamericana de la Salud (OPS) criticó la semana pasada la política oficial del Gobierno sandinista ante el coronavirus. “Tenemos preocupaciones en cuanto a la falta de distanciamiento social, las aglomeraciones masivas, tenemos preocupaciones sobre las pruebas, el rastreo de contactos, sobre el reporte de casos, también nos preocupa sobre lo que vemos cómo inadecuado, en cuanto a control y prevención de la infección“, enfatizó Carissa Etienne, directora del organismo.
Silencio ante las pruebas donadas
Ortega tampoco dijo nada sobre las 28.000 pruebas rápidas para la covid-19 donadas por el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE) el pasado 7 de abril. Expertos epidemiológicos han advertido de que en Nicaragua no aumentan el número de casos positivos porque la autoridad sanitaria no ha realizado un muestreo masivo.
“Hoy día a Nicaragua se le brinda una nueva oportunidad. La reciente donación de 26.000 pruebas de diagnóstico que hiciera BCIE a los países centroamericanos le presenta al Gobierno la posibilidad de corregir la escasez del diagnóstico y evitar de una vez mayores desgracias y muertes”, planteó el biólogo molecular, Jorge Huete, uno de los principales científicos de Nicaragua.
Sin embargo, el Gobierno ha callado sobre el uso de la donación. Según fuentes médicas, el Minsa realizaba un promedio de cinco a 10 pruebas diarias de la covid-19. Ante la crítica de los expertos, la autoridad sanitaria emitió un nuevo lineamiento para redoblar la cantidad de pruebas a 50 por día para todo el territorio nacional, una cifra que también resulta insuficiente para los expertos. “Con 10.000 pruebas semanales, en cuestión de dos o tres semanas se podría conocer con rigor la verdadera dimensión de la covid-19 en Nicaragua. El empleo de los kits de diagnóstico para un muestreo masivo le podría dar significancia estadística a los datos de país, convirtiéndose en una herramienta poderosa”, agregó Huete.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) demandó al Gobierno de Ortega adoptar “medidas eficaces de atención y contención de la pandemia, conforme a las recomendaciones técnicas y científicas internacionales, dirigidas a proteger los derechos humanos”. Y sentenció a Ortega: “La vida, la salud y la integridad de la población debe estar por encima de cualquier consideración partidaria o política”.
En cambio, Ortega dijo que el coronavirus es una “señal que Dios nos está mandando” y luego insistió más con bombas atómicas y guerras mundiales sin explicar nada relacionado con sus planes de contención del virus. “En la Primera Guerra Mundial, en la Segunda Guerra Mundial ahí las epidemias y las pandemias y en medio de las epidemias y las pandemias no había alto al fuego, seguían matándose, haciéndose la guerra. Y estoy convencido de que esta pandemia, este virus que se ha multiplicado por todo el planeta en donde ahí sí que no hay fuerza alguna que pueda bloquearlos, no hay barrera alguna que pueda bloquearlos, no hay muro alguno que pueda bloquearlos. No hay, no hay manera, ni multimillonario alguno que pueda bloquearlos”, disertó Daniel Ortega.