Así como la ciencia avanza, también lo hacen las tecnologías, la medicina, y, en general todas las áreas del saber en la vida del ser humano; trayendo progreso y desarrollo a la humanidad.
Sin embargo, no todo es positivo; esos avances también han permitido la aparición de distorsiones y desigualdades en el planeta. Por ejemplo, es innegable los beneficios y comodidades que nos han proporcionado los combustibles fósiles, pero, también es indiscutible el daño que han generado al medio ambiente, a tal extremo de que, como dicen los especialistas, estamos -de seguir sin hacer nada- arriesgándonos a la extinción como especie.
El paralelismo podemos hacerlo también con la política. Es indudable que hoy gozamos de más libertades, mayor número de países viven en democracia; pluralismo que ha permitido al ser humano vivir en libertad, y en muchos, casos alcanzar niveles de calidad de vida que bajo otros sistemas no serían posibles.
Ahora, tenemos décadas donde pareciera que la política va en dirección contraria al avance de la ciencia, tecnología, medicina, y peor aún, cada día parece que se distancian más. Cada vez que hay un avance en la medicina, tecnología o la ciencia, estos avances impactan de manera positiva a más personas, pero en política, fundamentalmente en las dos últimas décadas, vemos con preocupación, cómo el estancamiento de las dinámicas de la política deja rezagada su evolución
Los líderes en vez de pensar, planifica y trabajar para los próximos 10, 15 o 20 años de sus naciones, se enfocan en la obtención del poder y luego, en retenerlo, sin importar que ello signifique un retroceso en el progreso de sus pueblos. Su objetivo es claro, el poder por el poder, y retenerlo el máximo tiempo posible para garantizar sus intereses privados.
Dentro de ésta estrategia comenzaron por usar la táctica de la distracción. Para ocultar la constante ineficiencia desvían la atención, hacen alguna maniobra para distraer la atención de los ciudadanos, llevando el debate público a esta nueva maniobra, con lo cual logran que el ciudadano pase la página y se enfoque en la nueva distracción, dejando atrás la anterior. Resumiendo, para tapar un escándalo, generan uno mayor; y, como les funciona, de ser una táctica usada ocasionalmente, pasa a ser una estrategia constante que les permite controlar la agenda mediática, con lo cual la interacción en todos los medios -tradicionales o en redes sociales- se circunscribe a los que estos mandatarios desean.
Esta estrategia si bien les ha dado resultados a sus ejecutores, tiene un grave problema y es que cada vez tiene que ser usada con más frecuencia, cada vez la maniobra de distracción tiene que ser mayor, con lo cual, el escándalo debe ser más grande, para que pueda surtir efecto y ocultar el anterior. Para efectos prácticos de los gobernantes que usan esta estrategia, no tienen problemas en seguir usándolo, y, de hecho, se han sofisticado a tal punto que tienen su manual de excusas, escándalos y maniobras a utilizar; con lo cual tienen estudiado los escenarios posibles, haciéndose fácil recurrir a ellas.
El verdadero problema de esta estrategia, es que, ella lleva a que cada día la discusión pública y los debates sean más polarizados, llevando a la sociedad vivir en una polarización constante, con lo cual, la sociedad se divide en tres bloques, los que están a favor del mandatario, los que están en contra del mandatario, y estos dos grupos generalmente tienden a transformarse en fanáticos, con lo cual sus argumentos y discusiones se vuelven más violentos, radicales, y en ocasiones, irracionales.
Luego tenemos el tercer bloque, que generalmente es el más grande. Los ciudadanos que huyen del conflicto, y metafóricamente hacen como el avestruz, entierran la cabeza, se aíslan de la discusión, no participan, se mantienen al margen, y con ello, lamentablemente, logran que quien originó la estrategia de distracción que luego refuerza con la hiperpolarización, consiguen no solo controlar el poder, sino que, les es más fácil retenerlo, pues van a requerir menos votos para alcanzar su meta, ya que el tercer grupo, el de los ciudadanos que se apartan de las discusión pública, termina absteniéndose.
Los magos de la distracción, lamentablemente, son muchos en nuestra región; los casos abundan y no son exclusivos de una tendencia o ideología política, no, están en todas. Lo preocupante es que, quienes se oponen a estos gobernantes, no terminan de ver que, al radicalizarse, al hacer sus discursos y mensajes más estridentes, le están haciendo el juego a estos gobernantes que solo ocultan su ineficiencia y sus ansias de poder con la distracción y la polarización, pues, con ello, contribuyen, sin querer, a que ese tercer bloque de ciudadanos se siga apartando y aislando del deber de ejercer su derecho a participar.
Para derrotar a los magos de la distracción, hay que usar estrategias que permitan al ciudadano ver las diferencias entre estos charlatanes y los líderes de verdad, los líderes integrales que realmente les preocupa la democracia y la gente. La estrategia del contraste, colocándose, al lado de los ciudadanos, de sus preocupaciones y angustias, para obtener mejore resultados para la democracia y el bienestar social.
Como consultor político estamos llamados a repensar en grande, en especial, diseñar estrategias que permitan enseñar, ayudar y apoyar al ciudadano a no engancharse en las maniobras de distracción de estos seudo líderes y a estimular a los nuevos liderazgos integrales para combatir este flagelo.