Un nuevo capítulo se escribe en la República Dominicana.
Se inicia una nueva era y un flamante presidente tomará las riendas de la Nación: Luis Abinader, del Partido Revolucionario Moderno (PRM) será el nuevo mandatario. A continuación, sin más preámbulos, desarrollo un análisis sobre los ganadores y perdedores de esta contienda y cómo hemos llegado a este desenlace.
Danilo Medina: Cuando ganar es perder
Siempre he pensado que las primarias que tuvo el Partido de la Liberación Dominicana en octubre de 2019 no constituyeron una batalla electoral entre Leonel Fernández y Gonzalo Castillo, fue más bien una medición de fuerza entre el presidente Danilo Medina y el exmandatario Leonel Fernández. Castillo ganó, se impuso en esos controvertidos comicios, que marcarían el hundimiento electoral del PLD este año. En efecto, las elecciones municipales de 2020 fueron solo una premonición de lo que les depararía el futuro en la contienda de este domingo.
Poco importó el hecho de que había otros 11 precandidatos, cada uno de ellos cortejando el apoyo del presidente. La verdadera cruzada se desarrolló entre los líderes que han sido presidentes, uno de ellos impedido por la Constitución para ser parte de la contienda. Entonces, en un acto acrobático propio del antiguo circo de Moscú, Castillo logró imponerse ante la mirada atónita de los otros precandidatos (entre ellos fundadores del partido) y llegó a las primarias para enfrentarse con Fernández, sobre quien terminó por imponerse.
Esta victoria de Medina y Castillo trajo una sorpresa bajo la manga, Fernández recibiría una segunda estocada en la yugular: su esposa, Margarita Cedeño, aceptó ser la compañera de fórmula de su contrincante. Sin embargo, ellos no serían los últimos en reír.
Leonel Fernández: el que pierde, pero gana o “quien ríe de último, ríe mejor”
Desde su jugada experimental como candidato vicepresidencial acompañando en la boleta a su líder Juan Bosch en 1994, Leonel Fernández no había conocido la derrota electoral. Presidente en tres ocasiones (1996-2000 y dos periodos consecutivos de 2004-2012), siempre ganó con triunfos no controversiales. Fue en 2019 cuando mordió por primera vez el polvo de la derrota, en unas elecciones primarias que reclama como robadas -y no sería la última vez-.
Ahora, Luis Abinader es el presidente electo, pero Fernández se ríe en la cara de los peledeistas, su antigua casa, pues me queda muy claro que, con un partido recién creado, su objetivo principal era evitar que Castillo llegara al Palacio Nacional, y si en ese proceso era él mismo quien se sentaba en la silla presidencial, pues mucho mejor para sus planes. Aun habiendo perdido, el exmandatario sigue ganando, porque tiene una organización que se disputará el lugar de segunda fuerza del país con el PLD, recibirá fondos públicos, tendrá representación en el Congreso y, lo más importante, enterró a Gonzalo Castillo: para él es ¡misión cumplida!
Una cosa es aspirar desde abajo, otra desde arriba
Las diferencias políticas y personales entre el presidente Danilo Medina y el expresidente Leonel Fernández vienen desde principios del milenio por razones muy marcadas que hemos explicado en otros trabajos anteriores. En parte, Medina ha tratado de diferenciar su administración de aquellas de Fernández.
Además, Medina se ha proyectado como un presidente de la gente, dejando sus domingos para visitar comunidades pobres del país en lo que él llama “visitas sorpresa”. Se ha dejado ver saltando charcos, cruzando puentes improvisados en comunidades incomunicadas después de una tormenta, haciendo otras acrobacias y siempre con la ropa de trabajo puesta. Se autodefine como un hombre de pocas palabras y mucha acción, quizás para distinguirse de Fernández, que tiene reputación de “hablar bonito” y de ser intelectual. Otra distinción que a vox populi se le atribuye a Medina es el uso de menos parafernalia, así como su puntualidad para los actos oficiales en comparación con su antecesor que se hace/hacía esperar hasta para una alocución a la nación.
En contraste, luego de gobernar por 12 años, esta es la primera vez, desde 1996, que Fernández busca la presidencia bajo la categoría de “underdog”—que en español sería algo así como “el subestimado”—. Hay que recordar que al abandonar el PLD, el expresidente tuvo que empezar de cero con el partido Fuerza del Pueblo, a menos de un año de distancia de las presidenciales. Este escenario adverso lo ha llevado a hacer algunos ajustes a su personalidad y a su estilo de hacer campaña:
En reinvención, ya su bigote característico había pasado a mejor vida.
Al recorrer el país durante la campaña, se detuvo en la ruta para consumir alimentos cocinados sin los estándares sanitarios de los restaurantes, como el famoso “Yaniqueque”. Esto sería imitado por Castillo.
Antes inaccesible para muchas personas, no por él mismo sino por la resistencia de su equipo, hoy con sus “diálogos populares virtuales” no solo es posible llegar a Fernández, sino que es él solo quien genera espacio para la charla. Actualmente, el exmandatario ha cambiado su estrategia y aparece en sesiones en línea lo que veo que lo acerca al pueblo más que nunca. Esto puede evaluarse como un cambio positivo.
La corbata ha recibido vacaciones, porque la emplea solo cuando tiene una presentación frente a alguna organización destacada, muy pocas veces en sus diálogos con las provincias.
Castillo: El humor político + el déficit de concentración verbal + poca preparación = a una fórmula perdedora
Muchos dicen que el candidato oficial no sabe hablar, por algunos errores matemáticos. Castillo ha sido objetivo de gestos de bullying político como ningún otro.
Yo prefiero llamarle quizás un déficit de concentración verbal en la coordinación de las ideas. Hay quienes dicen que en los eventos importantes, el presidente Danilo Medina prefería “proteger” al candidato, quizás dejándole la “difícil labor” de solo sentarse y sonreír mientras otros podrían hacer el “trabajo sucio” de hablar, y es aquí donde empieza a tropezar la campaña del aspirante oficialista, pues la cultura regional le hizo una mala jugada: tanto el presidente Medina (San Juan) como Castillo (Baharona) provienen de la región sureña donde el término ”penco” significa algo fuerte, como decir por ejemplo “Gonzalo es un tronco de candidato”, con la diferencia que en vez de “tronco” el presidente Medina dijo “penco”, lo que es completamente normal en el sur.
Hasta ahí todo estaba bien. Pero el golpe fuerte vino cuando la gente de las regiones del norte y el este de la Nación interpretó el término como lo señalado por la Real Academia Española cuando indica que es un “caballo flaco o persona tosca”. El ataque de las redes sociales fue fulminante y la creatividad de los memes fue inmisericorde.
Después de lo anterior, el resto es historia patria, a saber:
Las ocurrencias de Castillo pasaron a llamarse “Gonzaladas del Penco” como sucede en Venezuela con las “Maduradas” de Nicolás Maduro.
Entiendo que en los primeros meses el PLD se concentró en hundir a Leonel Fernández y se olvidó de la amenaza real que representaba Luis Abinader.
Con marcado humor, Castillo asimiló e hizo suyo su nuevo apodo y los memes nunca le abandonaron.
El PLD, cuyo Comité Político cuenta con 35 miembros de los cuales solo seis son mujeres, una vez más recurre a la cosificación femenina para atraer el voto de ese género. Castillo hizo caravanas con mujeres que usaban rolos (los cilindros de plástico para secar el pelo) acompañándole en el esfuerzo para presentarlo como el candidato humano y cercano de la ama de casa dominicana y la mujer en general. Por años, la alta dirigencia del PLD no se ha sentido preparado para llevar una mujer a la candidatura presidencial, pero desde que Jaime David Fernández fue vicepresidente este puesto ha sido ocupado mayormente por mujeres que atraen ese voto sin tener que comprometer el traspaso de poder al género opuesto.
Nunca se desarrollaron debates electorales, pues este candidato no habría sobrevivido un diálogo de fondo con el experimentado Fernández o con el para nada improvisado Abinader.
Llegó la pandemia de covid-19 y el Gobierno lo vio como una oportunidad para proyectar las cualidades heroicas de su candidato, delegando las inherentes “funciones salvadoras” del Estado en la compañía de aviación de Castillo, Helidosa, que enviaba sus aviones -algunos despectivamente les llaman avionetas, por el tamaño de las naves para un viaje de esa longitud– a China para buscar medicamentos, a países como Cuba para recoger dominicanos varados por la crisis y a otras naciones como Estados Unidos para recoger boxeadores. El Estado se sentó y dejó que Castillo trabajara en su relevo.
Entiendo que el oportunismo estuvo siempre presente y el mal uso de los términos volvió a hacer acto de presencia. A la llegada de la pandemia al país, salió en los principales medios locales el anuncio de que Castillo iba a “donar” casi US$ 341.000 (unos 20 millones de pesos dominicanos) para combatir el covid-19. Hubiera tenido un mejor efecto si se hubiera usado el término “devolver” a los contribuyentes en lugar de “donar”, pues eran recursos de la campaña. Recordemos que el PLD tiene casi dos décadas ganando las elecciones y por tanto es el partido que por ley más recursos recibe de la Junta Central Electoral, y tampoco debemos olvidar que, para marzo de 2020, los otros partidos ya venían desangrados financieramente por haber participado en dos elecciones municipales en menos de dos meses. En definitiva, hubo muchos errores de comunicación en esa campaña.
Luis Abinader: ¿Sentarse y dejar que sus opositores se autodestruyan?
Esta era la opción que tenía Luis Abinader, dejar que la campaña electoral a muerte entre Leonel Fernández y Gonzalo Castillo continuara su paso destructivo hasta el plano personal y luego él podría reaparecer y recoger los frutos de su prudencia.
¿Qué más daba si la recomendación para la ciudadanía era quedarse en casa y solo el Gobierno tenía fondos para sacar capital político de la crisis derivada del covid-19? Además, como dije antes, los partidos de oposición se quedaron con pocos recursos luego de apostarlo todo a unas municipales, que debieron ser canceladas. En el caso del candidato vencedor, esta posibilidad no fue una opción, no se quedó en casa, como tampoco lo hicieron el oficialista Castillo y el opositor recién estrenado Fernández.
Debo destacar que sobre Luis Abinader no tengo mucho que decir, porque las páginas del libro sobre su presidencia empezarán a escribirse el 16 de agosto, cuando empiece su gobierno. Solo me queda desearle suerte en su gestión, porque la suerte suya será la de su pueblo y viceversa.
Solo el tiempo nos dirá si Abinader era el status quo bien disimulado o si realmente representa el cambio que su slogan de campaña (#ElCambioVa) tanto repitió. Las políticas públicas de este gobierno se medirán no solo por su ejecución, sino también por el desarrollo individual de las personas, pues el éxito de la gente es el éxito del gobierno. ¡Te observaremos, Luis!