Humillación. Insulto. Grito. Acoso. Golpe. Abuso. Violación. Asesinato. Son violencias, todas y cada una.
Quebrantamiento de los derechos humanos de millones de personas alrededor del mundo. Donde estremece saber que una de cada tres niñas y mujeres ha sufrido violencia física o sexual, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
La violencia contra las niñas y mujeres aún se percibe como lejana de la sociedad en la que ocurre. Si no te toca de cerca por tu hija, tu mamá, tu hermana, tu amiga o por vos, la violencia no se entiende y se cuestiona. Aún sabiendo que en Argentina, el 2019 nos dejó 299 femicidios, uno cada 29 horas; siendo el 52% asesinadas en sus hogares, según la Casa del Encuentro. Y el 2020 nos enfrenta a un feminicidio cada 23 horas, registrando en los dos primeros meses 63 víctimas; el 59% fueron asesinadas en sus casas, de acuerdo al Observatorio de Violencias de Género “Ahora Que Sí Nos Ven”. Marzo nos alertó, en sus primeros días, con un femicidio cada 12 horas, y 13 víctimas desde el 20 de marzo, inicio del aislamiento social, preventivo y obligatorio. No sólo alarman las cifras sino que cada una esconde un nombre, un rostro, vínculos y una historia de violencia que nos interpela como sociedad. Ante la tragedia del avance del Coronavirus, la situación de aislamiento controla el miedo al contagio, pero exacerba el miedo de cohabitar un mismo espacio con el agresor. Lo paradójico se instala: una problemática que fue circunscrita al monopolio de la esfera doméstica y que ha logrado trascenderla instalándose como problema social y de urgente respuesta pública; en tiempos de cuarentena, se retrotrae y recrudece en el ámbito privado. No obstante, hay un reconocimiento desde lo público a nivel internacional: la ONU afirma que la violencia contra las mujeres y niñas es una pandemia y la OMS lo identifica como un problema de salud pública. Ante ello, un Estado ausente es un Estado cómplice. Cuando el Estado no escucha, no previene ni acciona la peor consecuencia es un feminicidio. La oficina de ONU Mujeres para las Américas y el Caribe publicó el informe "COVID-19 en América Latina y el Caribe: Cómo incorporar a las mujeres y la igualdad de género en la gestión de la respuesta a la crisis" es un llamamiento a que en la urgencia de medidas, los Estados no ignoren las realidades apremiantes de grandes sectores de la sociedad.
La violencia de género es una violencia sistémica y estructural. En contextos de emergencia, fortalecidos por la pobreza y desigualdades, se incrementan los riesgos de violencia doméstica. Aquí, las restricciones de circulación, dificultan la salida de situaciones violentas. Según la ONU, podría empeorar: el impacto económico del Coronavirus podría generar barreras adicionales para dejar una pareja violenta así como mayor riesgo de explotación sexual.
Para prevenir la profundización de las vulnerabilidades sociales, la ONU exhorta a que los gobiernos tomen decisiones desde una perspectiva de género. Con respecto a la violencia, recomienda: disponer de datos sobre la incidencia de violencias doméstica y sexual; utilizar canales alternativos de comunicación; mejorar la identificación y el apoyo a nivel comunitario; adoptar medidas que permitan disminuir los riesgos de protección con especial atención a la violencia de género y la trata de mujeres y niñas migrantes y refugiadas; y, por último, garantizar la continuidad de servicios esenciales.
En Argentina si bien se tomaron medidas, y distintas organizaciones de la sociedad civil están presentes, es un imperativo declarar la emergencia. El gobierno nacional, a través del Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad, amplió los canales de comunicación, asesoramiento y denuncia.
A las tradicionales líneas 137 de atención a víctimas de violencia familiar y sexual (CABA); 144 de atención, contención y asesoramiento sobre violencias contra las mujeres (funciona en toda la Argentina); y 911 para situaciones de emergencia/casos de riesgo (Argentina), y a la APP 144; se sumaron el WhatsApp: (+54) 11 2771 6463/ 11 2775 9047/ 11 2775 9048 (sólo mensajes); y el contacto por e-mail: Esta dirección de correo electrónico está protegida contra spambots. Necesita activar JavaScript para visualizarla.. Así mismo, el Ministerio en conjunto con la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA) anunciaron que, a partir del 1° de abril, las víctimas de violencia de género podrán solicitar un barbijo rojo en las farmacias, que representará un llamado al personal para que se contacten con el 144. Los antecedentes de esta medida los encontramos, a nivel subnacional, en la provincia de Río Negro, que tras el acuerdo entre la Secretaria de Igualdad de Género y el Colegio de Farmacéuticos, se propuso que la víctima pidiera un barbijo rojo, siendo la señal para que el personal farmacéutico llame al 144 ó 911. En el plano internacional, en España, el Gobierno de Canarias ha tomado la iniciativa de utilizar la solicitud de la “Mascarilla-19” en las farmacias, como un pedido de ayuda urgente ante la violencia física, psicológica o de agresión sexual. El Poder judicial argentino, acompañó las acciones del ejecutivo, prorrogando las medidas cautelares o de protección a víctimas de violencia familiar y/o género. No ha sido una medida federal, es decir extendida a lo largo y ancho de nuestro país.
Hasta el momento, sólo se pronunciaron CABA, y las provincias de Buenos Aires, Córdoba, Chubut, Catamarca, San Luis, La Rioja, Neuquén, Río Negro, Misiones, Entre Ríos, Santa Cruz, Santiago del Estero, Tucumán, Formosa, Jujuy y Tierra del Fuego. Pese a las medidas, el miedo es real y la posibilidad de escape se circunscribe a cada realidad. Hay mujeres que no tienen acceso a la comunicación por el control ejercido por sus agresores. Niños, niñas y adolescentes que tendrán que cohabitar en permanencia con sus victimarios. Situaciones que se profundizan en contextos de pobreza. Aquí el entendimiento de que asistimos a una problemática social permitiría respuestas desde la acción colectiva y solidaria. La violencia no sólo es el hecho, sino sus antecedentes y sus esquirlas sociales. El día lunes 30.03, por iniciativa de distintas organizaciones de la sociedad civil Argentina, desde los balcones y ventanas se realizó un “ruidazo” contra la violencia de género y los femicidios. Los ruidos se unificaron en un sororo: No estás sola. Estamos frente a una problemática que nos interpela en nuestra humanidad y que nos recuerda que mirar para otro lado nunca fue la solución.