¿Cuál es la campaña más cara?

En Campaña
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A simple vista pareciera que la respuesta fuere compleja, sin embargo, es todo los contrario y asombrosamente simple. La campaña más cara es aquella que se pierde o que no logra los objetivos estratégicos para los que fue concebida.

Hoy por hoy muchos candidatos pretender ganar elecciones usando tácticas de la vieja política de hace 30 años. Y, lo sorprendente no es que quienes buscan acceder al poder usando esos métodos arcaicos sean dirigentes de edad madura, lo impactante es ver a los jóvenes aspirantes de las nuevas generaciones intentando acceder a la política haciendo campañas desconectadas de la realidad moderna.

Los avances que ha tenido el mundo en los últimos 30 años son superiores a los dos últimos siglos, por lo que estamos en un cambio de Era donde se presentan cambios a alta velocidad con escenarios volátiles, cambiantes e inesperados.

Si a lo anterior le sumamos el creciente desinterés de los ciudadanos por la política, entre otras cosas porque sienten que el sistema democrático no les esta dando respuestas a sus necesidades, llevándolos a pensar que, -según Latinobarómetro- “en promedio en Latinoamérica casi el 80% de la población piensa que quienes gobiernan son algunos grupos poderosos y que lo hacen para su propio beneficio y no para el bien de todos”

Para complejizar aun mas la situación las consecuencias de la pandemia, más allá de lo económico, comienzan a ser evidentes fundamentalmente sobre la salud mental de las personas, -en especial de los jóvenes- según un estudio de la Unicef titulado “En mi mente” de octubre de 2021.

El estudio revela que entre los jóvenes la ansiedad y la depresión representan más de la mitad de los casos diagnosticados en la región, que el 15% de los niños y adolescentes viven con trastorno mental diagnosticado, pero lo más dramático es que, 10 adolescentes mueren por suicido en la región diariamente, siendo el suicido la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años.

Al enfocarnos en la familia, tenemos que los padres trabajan más horas, ganan menos, cada día se les hace más difícil proveer en el hogar lo elementalmente básico, -comida, electricidad, agua, vestido, educación, salud, etc.- con los cual los adultos, quizás años atrás, pensaban que esforzándose podían superar situaciones críticas, hoy día no logran ver la luz al final del túnel sintiendo que están en una batalla perdida.

Hay estudios que comienzan a reflejar que en los adultos que ciertos rasgos de la personalidad están sufriendo alteraciones importantes como la inestabilidad emocional, la extroversión, la apertura a nuevas ideas, la amabilidad y la escrupulosidad. Con todo lo anterior surge la pregunta ¿Cómo pueden los dirigentes actuales pensar que seguir haciéndolo lo mismo de “siempre” les dará resultados distintos?

Como se dijo al principio, la campaña más cara es aquella que se pierde, así que, usar las herramientas de la comunicación política moderna no solo puede ayudarle a los candidatos a reducir los costos de las campañas, sino que aumenta exponencialmente las posibilidades de éxito.

En estos tiempos tan convulsos, donde las sociedades están cambiando tanto, donde el orden de las prioridades -y hasta ciertos valores- han sufrido alteraciones, no tiene ningún sentido afrontar una campaña electoral sin un proceso de investigación que logre hurgar en lo más profundo del ser del elector, para entender sus miedos, sus preocupaciones, anhelos y aspiraciones, para entonces construir una propuesta que le de respuesta y certidumbre a un conglomerado de los electores.

Por otra parte, los partidos o movimientos deben volver a ser los articuladores entre el ciudadano y el Estado, y dejar de ser simples maquinas electorales que quizás medio se organizan cercano a la elección para la consecución del poder y el manejo de sus intereses.

En consecuencia, los partidos o movimientos políticos con vocación de poder y convicción deben enfocarse en las causas ciudadanas, poniéndose al lado de este, apoyándole en sus luchas como misión fundamental, y con ello casi por inercia llegarán a rescatar su credibilidad con la población.

En conclusión, para acceder al poder hay que construir una plataforma lo suficientemente amplia, que represente y agrupe a los micropoderes presentes en la sociedad, lo que implica tener un profundo conocimiento de los sentimientos más complejos de cada segmento de la población.

Las campañas se ganan con estrategia no con invenciones u ocurrencias; así que, argumentar que la investigación y la buena asesoría son costosas, no son nada, al lado de perder la elección

A simple vista pareciera que la respuesta fuere compleja, sin embargo, es todo los contrario y asombrosamente simple. La campaña más cara es aquella que se pierde o que no logra los objetivos estratégicos para los que fue concebida.

Hoy por hoy muchos candidatos pretender ganar elecciones usando tácticas de la vieja política de hace 30 años. Y, lo sorprendente no es que quienes buscan acceder al poder usando esos métodos arcaicos sean dirigentes de edad madura, lo impactante es ver a los jóvenes aspirantes de las nuevas generaciones intentando acceder a la política haciendo campañas desconectadas de la realidad moderna.

Los avances que ha tenido el mundo en los últimos 30 años son superiores a los dos últimos siglos, por lo que estamos en un cambio de Era donde se presentan cambios a alta velocidad con escenarios volátiles, cambiantes e inesperados.

Si a lo anterior le sumamos el creciente desinterés de los ciudadanos por la política, entre otras cosas porque sienten que el sistema democrático no les esta dando respuestas a sus necesidades, llevándolos a pensar que, -según Latinobarómetro- “en promedio en Latinoamérica casi el 80% de la población piensa que quienes gobiernan son algunos grupos poderosos y que lo hacen para su propio beneficio y no para el bien de todos”

Para complejizar aun mas la situación las consecuencias de la pandemia, más allá de lo económico, comienzan a ser evidentes fundamentalmente sobre la salud mental de las personas, -en especial de los jóvenes- según un estudio de la Unicef titulado “En mi mente” de octubre de 2021.

El estudio revela que entre los jóvenes la ansiedad y la depresión representan más de la mitad de los casos diagnosticados en la región, que el 15% de los niños y adolescentes viven con trastorno mental diagnosticado, pero lo más dramático es que, 10 adolescentes mueren por suicido en la región diariamente, siendo el suicido la tercera causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 19 años.

Al enfocarnos en la familia, tenemos que los padres trabajan más horas, ganan menos, cada día se les hace más difícil proveer en el hogar lo elementalmente básico, -comida, electricidad, agua, vestido, educación, salud, etc.- con los cual los adultos, quizás años atrás, pensaban que esforzándose podían superar situaciones críticas, hoy día no logran ver la luz al final del túnel sintiendo que están en una batalla perdida.

Hay estudios que comienzan a reflejar que en los adultos que ciertos rasgos de la personalidad están sufriendo alteraciones importantes como la inestabilidad emocional, la extroversión, la apertura a nuevas ideas, la amabilidad y la escrupulosidad. Con todo lo anterior surge la pregunta ¿Cómo pueden los dirigentes actuales pensar que seguir haciéndolo lo mismo de “siempre” les dará resultados distintos?

Como se dijo al principio, la campaña más cara es aquella que se pierde, así que, usar las herramientas de la comunicación política moderna no solo puede ayudarle a los candidatos a reducir los costos de las campañas, sino que aumenta exponencialmente las posibilidades de éxito.

En estos tiempos tan convulsos, donde las sociedades están cambiando tanto, donde el orden de las prioridades -y hasta ciertos valores- han sufrido alteraciones, no tiene ningún sentido afrontar una campaña electoral sin un proceso de investigación que logre hurgar en lo más profundo del ser del elector, para entender sus miedos, sus preocupaciones, anhelos y aspiraciones, para entonces construir una propuesta que le de respuesta y certidumbre a un conglomerado de los electores.

Por otra parte, los partidos o movimientos deben volver a ser los articuladores entre el ciudadano y el Estado, y dejar de ser simples maquinas electorales que quizás medio se organizan cercano a la elección para la consecución del poder y el manejo de sus intereses.

En consecuencia, los partidos o movimientos políticos con vocación de poder y convicción deben enfocarse en las causas ciudadanas, poniéndose al lado de este, apoyándole en sus luchas como misión fundamental, y con ello casi por inercia llegarán a rescatar su credibilidad con la población.

En conclusión, para acceder al poder hay que construir una plataforma lo suficientemente amplia, que represente y agrupe a los micropoderes presentes en la sociedad, lo que implica tener un profundo conocimiento de los sentimientos más complejos de cada segmento de la población.

Las campañas se ganan con estrategia no con invenciones u ocurrencias; así que, argumentar que la investigación y la buena asesoría son costosas, no son nada, al lado de perder la elección

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