En tiempos convulsos, la estrategia es vital

En Campaña
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La capacidad de pensar estratégicamente, enfocándose en lo importante y trascendente es fundamental en los tiempos convulsos de hoy día, sin embargo, la velocidad de los acontecimientos y la inmediatez y superficialidad con que se maneja la información hacen que, en ocasiones, lo estratégico sea opacado por lo urgente.

Hoy existen sofisticadas herramientas que facilitan desarrollar la capacidad de pensar estratégicamente en imágenes para el futuro, lo cual, por cierto, no es un ejercicio de clarividencia, es el usar esa capacidad a través de un enfoque sistémico que permita visualizar y planificar escenarios, llevando a prever eventualidades, descubrir nuevas oportunidades, detectar posibles amenazas, pero, fundamentalmente, nos permita buscar opciones que a primera vista no estaban presentes.

Por lo tanto, es importante aprovechar ese pensamiento estratégico para establecer un objetivo hipotético, imaginar y luego diseñar posibles alternativas que irán a contribuir a la consecución del objetivo principal, razón por la cual la visión estratégica debe ser flexible y objetiva a la vez, que permita trasladarse fácilmente al futuro, hacer planes e identificar los puntos clave, y para ello la herramienta más importante del pensamiento estratégico es el análisis y la observación.

Con ese marco de referencia vale la pena preguntarse: ¿están los líderes de hoy haciendo ese proceso?, ¿bajo qué parámetros están tomando decisiones? ¿teniendo hoy día más instrumentos de medición, más acceso inmediato a información de buena calidad, los están introduciendo en sus procesos de análisis para la toma de decisiones?

Todas esas interrogantes saltan cuando se observa el actuar y las decisiones que toman los líderes no solo en campañas, también es válido para cuando están en funciones de gobierno, sus decisiones en ocasiones están enfocadas a satisfacer los deseos, anhelos o intereses de ciertos grupos de poder -económico, político, mediático, etc.-, en vez de enfocarse en los ciudadanos, quienes les han dado el mandato de gobernar para todos.

En las campañas electorales es frecuente observar el desenfoque de los candidatos, estableciendo agendas que evidencian prioridades que responden a intereses grupales en vez de centrarse en los ciudadanos; o, peor aún, en ocasiones priorizan su proceso de comunicación a la discusión política, al ataque al adversario, a destacar lo negativo del otro candidato y se olvidan de establecer un dialogo con el elector, quienes al final de cuentas serán los que tengan el poder del voto en sus manos y tomarán la decisión de a quién le votarán.

Ahora bien, en estos tiempos de incertidumbre, pensar estratégicamente tiene mucho que ver con enfocarse en los elementos claves que ayuden a desarrollar esa capacidad del dialogo con el ciudadano, pues en buena medida, de ello va a depender que se pueda obtener una estrategia exitosa, siendo este un plan de acción diseñado para alcanzar una meta particular, bien sea en el ejercicio del poder o en la consecución del mismo.

Jaime Duran Barba y Santiago Nieto en el libro El arte de ganar, desarrollan un concepto de estrategia que, evidentemente está enfocado a las campañas electorales, pero es perfectamente extrapolable para el ejercicio del gobierno. Los autores nos dicen: “La estrategia integra todas las acciones dentro de un conjunto coherente, hace que los elementos se refuercen unos a otros, calcula las consecuencias de cada acción en el conjunto de los electores, en los targets específicos, en los votantes de los otros candidatos y en otros actores que influyen en el resultado final”.

Si se presta atención a este concepto, queda claro que el mismo parte del ejercicio del pensamiento estratégico, pues cuando nos dicen “La estrategia integra todas las acciones dentro de un conjunto coherente, hace que los elementos se refuercen unos a otros…” señalan la necesidad de que la estrategia además debe ser un conjunto coherente, y aquí es donde en ocasiones los líderes confunden “ocurrencias” producto del fragor de la inmediatez, con lo cual esas decisiones terminan siendo una reacción hepática a la circunstancia, no una acción coherente dentro de la estrategia, razón por la cual en la mayoría de esos casos, no cumple con otro precepto que los autores nos sugieren y es el hecho de que los elementos se refuercen unos a otros, lo que implica que la estrategia se va solidificando a medida que se desarrolla.

Finalmente, al analizar, por un lado, las acciones de gobiernos de la región durante el proceso de la pandemia y pos-pandemia, y, en paralelo, las acciones de muchas campañas electorales, es claro que el pensamiento estratégico, bien está ausente o bien es tan fuerte el egocentrismo, que se auto limitan la capacidad de pensar estratégicamente, y resulta que, la realidad nos muestra que, en tiempos convulsos, la estrategia es vital.

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