Actualmente se juega con el proceso de percepción de los atributos propios del candidato.
La imagen del candidato es un componente primordial de la campaña electoral, ya que lo que hace, piensa y siente, ejerce un papel comunicativo hacia el electorado. Por lo tanto, no sólo se habla de aspectos físicos, sino psicológicos, de habilidades para estar al frente de un auditorio o población, también se habla de todo aquello que representa como persona pública que ofrece soluciones, promesas y propuestas a una sociedad.
Dentro de este componente juega un papel sustancial la opinión pública, ya que esta última tendrá una verdadera injerencia para beneficiar o perjudicar al candidato, pues si bien, a partir de lo que el ciudadano ve, percibe, escucha, razona y entiende, además del entorno cultural y social en el que vive, decidirá su apoyo hacia el candidato y proyecto político que este encabeza.
El tema de la percepción de la imagen del candidato sobre lo que es y lo que quiere ver la gente ahondo en su momento Maquiavelo al hablar de la imagen del príncipe, reconociendo que la misma puede ser manejable.
“Todos verán lo que aparentas, poco sabrán de lo que eres, y estos pocos no se atreverán a ponerse en contra de la inmensa mayoría, que tiene de su parte la fuerza oficial del Estado. Todos pueden ver y muy pocos rectificar, los errores se cometen por la vista (…) casi todo el mundo es vulgo, juzga por las apariencias y sólo atiende al éxito”
Quizá después de esta reflexión es posible vislumbrar como el marketing político parece haberse basado en dichos postulados maquiavélicos, aunque hoy en día impera más dentro del tema de la imagen del candidato la percepción del electorado.
Actualmente se juega con el proceso de percepción de los atributos propios del candidato, de tal forma que se proyecte con toda intención únicamente aquellos que le favorezcan, y el equipo minimice los que podrían impactar negativamente en la opinión pública.
