La nota fue escrita por Marycarmen Terán, técnica superior en mercadotecnia y técnica media en informática.
Aunque tiene antecedentes más remotos, tuvo sus inicios a mediados del siglo XX en Estados Unidos, en donde expertos en manipulación de signos dieron el impulso determinante al Marketing Político moderno, ese mismo estilo se inició en Latinoamérica en 1973 en Venezuela (campaña de Carlos Andrés Pérez, en ese entonces asesorado por el consultor Joe Napolitan).
Según el libro Political Marketing, el marketing político es “la integración de propuestas que permiten tener un entendimiento del comportamiento humano”, lo que es fundamental para lograr una buena campaña de marketing político, pues se hace “énfasis en los mecanismos psicológicos del comportamiento del votante”.
El Marketing Político se basa en conocer a profundidad el funcionamiento de los medios de difusión, y va desde hacer un plan de medios para una campaña electoral, enseñar al candidato a desenvolverse, hasta en cómo editar y presentar las mejores imágenes para generar una percepción positiva del candidato. De ahí que, ya no se limita solo a los periodos de elecciones y campañas, pues está más que comprobado que mantener la estrategia durante toda la temporada, construye confianza, credibilidad y legitimización, principales objetivos del candidato. Cada una de estas estrategias se lleva a cabo mediante la asesoría de un consultor, un experto en un campo determinado que pone en práctica sus conocimientos para asesorarlo, y ¿por qué? porque un político no puede ser un especialista en todas las materias necesarias para su cargo, necesita de expertos que le guíen.
Pero, ¿Qué es lo que hace a una Campaña de Marketing Político exitosa?
Buenas imágenes: El 55% del efecto persuasivo del mensaje entra por la parte visual.
Despertar emociones en los votantes: la emoción siempre le gana a la razón.
Conocer a los electores: fundamental para saber cómo dirigirte a ellos.
Campañas permanentes: la mayoría de las elecciones se ganan antes de finalizar las campañas, por medio del contacto permanente con los votantes.
Buena inversión: buenos recursos durante toda la campaña y no al finalizar como muchos hacen.
Consultores expertos: acudir a profesionales de la política y la comunicación.
Ser y parecer honesto: demostrar humildad y reconocer los errores cuando sea necesario.
Promesas y soluciones: cumplir las promesas y cuando no se cumplan, explicar las razones. Ofrecer soluciones para problemas reales de los votantes
Alianzas: la buena política es el resultado de la acumulación de fuerzas y también de saber aliarse con quienes tengan influencia en la gente.
Incluir testimonios y multiplicarlos: campaña basada en lo que siente y vive el público.
Más redes sociales: y menos carteles en las calles que se traduce en dinero desperdiciado.
Campaña viral y fácil de recordar: idea poderosa que se conecte con los votantes.