En un mismo candidato podría haber una, dos, incluso los once vicios o ninguno.
Los Vicios y errores más nocivos para la carrera de un líder político
En esta breve entrada propongo 10 categorías de aquellos vicios errores o defectos más usuales que he conocido en América Latina, de manera directa como consultor o en el seguimiento de algunos comicios y la forma cómo los aspirantes son torpes en caer en los mismos defectos propios o de otros que han errado de manera evidente y muy sonada en su estrategia política para enfrentar un proceso electoral.
En un mismo candidato podría haber una, dos, incluso los once vicios o ninguno. Qué esto sirva como examen para el aspirante e incluso para el equipo que lo rodea
El piloto de avión: Adora la estrategia de aire, le encanta la ventanilla para mirar y pilotear desde arriba, seduce con una sonrisa al flash o a la grabadora del periodista, se viste bien para la sesión de fotos, pero no sabe que hacen sus líderes en el terreno, no direcciona la estrategia, no sabe que es el asfalto ni mucho menos las arenas, tensiones o las fuerzas del territorio.
El callejero: Hay un placer innato en él por creer que solo con la estrategia de tierra va a ganar y que el aire es tiempo perdido. No hay espacio en su agenda para los medios, la publicidad o el impacto masivo. Cree que todo el que lo mira en la calle con admiración, conversa con él o le pide una fotografía, es un voto fijo, pero se equivoca por exceso igual o más que el “Piloto de Avión”.
El financista: Dos son los propósitos en los que debe enfocarse un buen candidato: Buscar Votos y recursos; pero a este tipo de candidato vicioso lo cautiva la búsqueda de recursos y a ello concentra las tres comidas, la montada en bicicleta, el juego de golf e incluso el tiempo con su propio equipo. Este vicio lleva a perder de vista la prospectiva y a centrar todo en una mirada economicista de su propuesta.
Horizonte corto: Busca ganar las elecciones, pero su propuesta no parte de un acumulado, de un proyecto de gobierno que está concluyendo, de retomar lo bueno y ajustar, de un trabajo holístico y con perspectiva. Este vicioso sólo piensa en sus propias propuestas, no lee, no investiga, no cuestiona y sobretodo: No escucha a sus asesores cuando tratan de darle perspectiva y prospectiva frente al fondo que tienen los temas programáticos.
El rey del garaje político: Este candidato vicioso disfruta mucho en reuniones, desayunos, almuerzos, cenas, cocteles con grupos, movimientos, sectores o dirigentes políticos, que se bien podría garantizarle votación, canales de apoyo económico o ideas desde su experticia, el exceso de este vicio de “reinar en los garajes políticos” sesga la percepción de los steakholders que rodean al candidato y sesga la mirada fresca e integral que se debe tener más allá de los cálculos y las arenas de deliberación.
El vicioso qué miedo hacerlo distinto: Un candidato debe ser una fina mezcla de buenas intenciones con una capacidad para romper estilos y formas tradicionales de hacer las cosas. Bajo preceptos de rutina y no romper con el confort de unos pocos, el vicioso candidato “qué miedo hacerlo distinto” opta por no moverse de la ruta habitual, no cuestionar o proponer otras fórmulas ni opciones para buscar soluciones más integrales y de mayor impacto.
El madre Teresa de Calcuta: Es muy positivo que un candidato en medio de ver un territorio con los ojos de ser solución e ilusión para las comunidades, trate de ayudar a las personas más vulnerables, pero el vicio de atender de manera directa estas dificultades hace perder perspectiva global de los problemas, objetividad para su análisis y tiempo para la construcción de soluciones desde una mirada racional aunque siempre sensible.
El omnipresente: El buen producto es aquel que es escaso en persona, que se valora, que define y raciona celosamente los lugares y tiempos donde debe dejarse ver, compartir y darse a sus públicos. El candidato que comete el vicio de la omnipresencia se vuelve “paisaje” y ya sus seguidores lo verán tanto que van a empezar a ignorarlo. Cercanía y simpatía pero racionando la omnipresencia e incluso siendo breve y departiendo lo necesario con los públicos.
El coaching: Ciertos candidatos confunden su papel como solución y su propuesta de esperanza como cautivadores; con la función de solucionarle la vida propia a los electores. Un buen candidato es un buen orador y es un buen líder, pero ante todo no puede caer en el vicio de ser orientador personal, psicólogo o coaching ni siquiera de su propio equipo. Los electores votan por soluciones, por salidas, por esperanza y no solo por buenos conversadores ni orientadores humanos.
El señor malicia de felpa: Se le puede ver silencioso en las reuniones, nunca está enterado de nada, ni siquiera de las noticias, en su agenda priman los espacios blindados para él mismo o para un grupo de aúlicos que le repiten lo bien que va. No tiene fuentes extras, no busca versiones adicionales, no percibe el movimiento de sus enemigos, su estrategia no contempla mirar el futuro y avizorar escenarios. Como el osito de peluche, este candidato se creerá triunfador y el día D su falta de malicia le dirá que la realidad de la política y del gobierno requiere menos candidez y un poco más de habilidad para dudar, pensar mal, no creer en todo y cruzar versiones de la información que recibe para tomar decisiones más cercanas al acierto y no abrazados al osito de felpa.
Señor Doble personalidad: Llega a la oficina en Bicicleta pero sudando y asfixiado pues nunca monta en cicla, es más, cruza la ciudad veloz en su camioneta con escolta e incluso hace intervenir semáforos afectando la movilidad y agrediendo el derecho de los demás. Es el típico aspirante que carga niños para la foto, se hace tomar el vídeo con las botas pantaneras en la inundación y sólo tiene redes sociales para mostrar todo lo “bonita” que es su vida. Hoy ese vicioso tiene muchos flancos débiles para ser descubierto, pues su condición de candidato hace que cientos de hábiles periodistas, gigs o rivales, le estén buscando detalles para evidenciar su doble personalidad.