A mi juicio, un buen cuarto de guerra en Marketing Político y Gobierno, debe contar con siete características esenciales.
Multidisciplinar: Se conforma por personas con diversas profesiones, formación, pensamiento e incluso experiencia.
No Áulico: Los lambones y los áulicos del líder o candidato sobran en los buenos cuartos de guerra. Allí se discute de manera descarnada la estrategia y por ende se debe tener apertura y franqueza para debatir sobre virtudes y defectos.
Eficiente: El Cuarto de Guerra debe tener una reunión periódica con objetivos precisos, medibles y verificables, emplear bien el tiempo, actuar con prontitud, disponibilidad a ejercer participación y consejo, incluso vía virtualidad.
Variable: No recomiendo un Cuarto de Guerra permanente para todas las etapas de una campaña o un gobierno. Hay momentos en que las posturas se vician, las tensiones aumentan o hay desgastes que obligan a la rotación de los integrantes.
Cercanía: Con el gobernante o el candidato, quien debería liderarlo periódicamente o delegarlo en el gerente de la campaña y verificar que el flujo de consulta-recomendación y la escucha de doble vía es eficiente.
Capacidad de lectura y análisis: Los principales escenarios donde se libran las tensiones públicas de un gobierno o una campaña son los medios o los actos públicos y un buen cuarto de guerra debe contar con información veraz y –sobretodo- capacidad para interpretar.
Prospectivo: Debe analizar las fisuras de discurso y tensión que se generan en el terreno político y que podrían ser aprovechadas por sus rivales.
Generar táctica, revaluarla y volverla a generarla: El principal producto del War Room no son palabras, análisis u opiniones, sino productos tácticos y decisiones que deben implementarse, evaluarse y si es necesario reforzarse.