La indiferencia hacia la democracia en América Latina es un error grave que le puede terminar costando muy caro a quienes hoy son apáticos con la política.
El estudio de Latinobarómetro de 2021 es muy claro al señalar que el apoyo de los ciudadanos a los regímenes democráticos alcanzó un máximo en 2010, del 63 %, pero, una década después, en 2020, apenas el 49% respaldó a la democracia.
El sondeo realizado en 18 países muestra que los países donde mayor nivel de apoyo dan a la democracia, son: Uruguay, con el 74%; Costa Rica, con el 67%; y Chile el 60%. En el otro extremo están los países con menor apoyo a la democracia, son: Panamá, con el 35%; Ecuador, el 33%; y Honduras el 30%.
Como si lo anterior ya no fuera suficientemente grave, el 70% de los latinoamericanos manifestó estar insatisfecho con sus gobiernos. Teniendo este renglón un crecimiento importante en los últimos años, y por supuesto, la pandemia ha influido en el aumento de ese sentimiento ciudadano; pues, el mal o regular manejo que algunos gobiernos dieron a la crisis del Covid-19 exacerbó la frustración de los ciudadanos.
Si bien la pandemia apagó las protestas que venían creciendo cada vez con mayor frecuencia en la región, el hecho de que vayamos saliendo de ella, sumado a la pauperización del nivel de vida de las familias, continúa generando creciente disconformidad de los ciudadanos con el actuar de sus líderes políticos, hechos que, probablemente, reactivarán la llama de las protestas sociales.
Otro hecho importante que señala el estudio es la creciente tendencia a la indiferencia al tipo de régimen que dirija el Estado, evidenciando que los ciudadanos se vienen alejando de la política, entre otras cosas por la insatisfacción que sienten, pues el Estado democrático no le está dando respuestas a sus anhelos y necesidades.
Esta indiferencia de los ciudadanos abre puertas a líderes de corte populista, permitiéndoles acceder al poder de manera más fácil. Aprovechan ese descontento ciudadano más un discurso disruptivo que exaspere aún más los ánimos, logran dividir la población, llevándola hasta a enfrentarse, y así logran hacerse del poder.
Señala el estudio que: “Esta indiferencia es parte sustantiva de la decepción por el bajo nivel, el mal funcionamiento, de la democracia en cada país. Lo que observamos es que esta aumenta a lo largo del tiempo entre 2010 cuando tenía 16% a 27% en 2020. Es aquí y no en el autoritarismo donde se refugian los decepcionados con la democracia”.
El detalle radica en que, una vez que acceden al poder estos gobernantes con tendencias populistas, fácilmente cruzan la línea al autoritarismo, y es allí cuando el ciudadano comienza a entender que la indiferencia a la democracia es un error que cuesta caro.
El estudio señala que Honduras lidera la región como el país con la mayor indiferencia hacia el tipo de régimen con un 42%, seguido de Panamá con 39%, Ecuador con 38%, Brasil con 36%, pero el estudio fue realizado en el último trimestre 2020, así que seguramente, hoy día pudiera estarse ante escenarios más complejos.
Por ejemplo: el 79% de los chilenos votaron por escribir una nueva Constitución en octubre de 2020, pero hoy, el 46% rechaza el borrador de la nueva Constitución, según el sondeo de la empresa Cadem.
Es de hacer notar que a la asamblea constituyente llegaron muchos ciudadanos que usaron ese mismo malestar del que venimos comentando, y ahora, se han comportado -varios de ellos- peor que los políticos que criticaban. Adicionalmente, el borrador del texto, parece una colcha de retazos, y los ciudadanos no ven reflejado en su contenido lo que ellos quieren.
El presidente Guillermo Lasso en el Ecuador llegó con enormes expectativas, sin embargo, los niveles de inseguridad se han disparado, han ocurrido varias crisis carcelarias que van dejando 300 fallecidos, ha cambiado a tres ministros de la defensa y a tres comandantes de policía; paralelamente se enfoca en los problemas políticos y las peleas con la oposición, mientras la gente no la está pasando bien por la falta de empleo y oportunidades.
Por razones de espacio, solo se mencionan dos ejemplos, pero en la región abundan, lamentablemente, los ejemplos de gobiernos ineficientes, desconectados del clamor popular y, por otra parte, ciudadanos que optan por la indiferencia, sin darse cuenta que ese puede ser un error que les puede costar caro.
Quizás va siendo hora de que se entienda que la política incide en la vida de todos y que, con indiferencia, no se construyen países diferentes.