El Presidente debe replantearse todo en busca del milagro. El rol de Durán Barba y de Peña. El impacto en la gestión en medio de la crisis económica.
“Es una catástrofe”. El mensaje, lapidario y para muchos inverosímil en el momento en que llegaba, se reenvió desde el celular de uno de los dirigentes más importantes del oficialismo cuando empezaba a caer la noche, bastante antes de que los datos oficiales comenzaran a cargarse en la página de la Dirección Nacional Electoral. Al poco tiempo, uno de los integrantes del chat esgrimió: “No es una catástrofe. Es peor. Es irremontable”.
Mauricio Macri encarará desde hoy una tarea titánica, inesperada para él y para todo su equipo, y acaso infructuosa. El 27 de octubre volverá a enfrentar a Alberto Fernández, pero al candidato kirchnerista solo le alcanzará con repetir la performance de las primarias para quedarse con la presidencia.
“Hay que repensar todo. Absolutamente todo para ver si existe la posibilidad de un milagro”, decía uno de los integrantes del equipo macrista. El plan para los próximos días estaba trazado de antemano. Habrá que ver cuánto de ese borrador se respeta. Y habrá que seguir de cerca quién y cómo monitorea los nuevos pasos.El resultado golpea a Jaime Durán Barba pero también a Marcos Peña, que guió la campaña, se encargó de la segmentación de los mensajes y auditó a cerca de 300 mil voluntarios. La tarea del jefe de Gabinete, en ese punto, siempre había sido exitosa, aunque desde las últimas horas ya muchos le hacen reproches por lo bajo.
Pero, desde luego, no es la campaña lo que falló, o no es lo único que falló. La derrota tiene directa vinculación con la crisis económica y con la devaluación del año pasado. Una crisis que se minimizó en varios tramos de la administración. Debe consignarse que hace cuatro meses que el dólar se mantiene en calma y que la inflación experimentó movimientos con tendencia a la baja. O sea: pudo ser peor.
Los estrepitosos resultados que se produjeron en el Conurbano hablan por sí solos. Es ese el sector más vulnerable a los sacudones de la economía. Los bonaerenses le facturaron a Macri y a María Eugenia Vidal la parálisis del consumo, la falta de creación de empleo, la suba de tarifas y el incremento general de los precios. Los ejecutores de la obra pública bonaerenses y nacional insistieron hasta antes de la veda que los ciudadanos iban a reconocer que donde antes había barro o abandono ahora hay asfalto o rutas. No fue el caso.
Juntos por el Cambio ni siquiera se pudo imponer en los rubros a presidente y a gobernador en varios de los municipios importantes que gobierna. Perdía en Pilar, Morón, Tres de Febrero, Quilmes y Lanús. Y la diferencia con el kirchnerismo era mayúscula en territorio del PJ, como Merlo, Lomas de Zamora, Malvinas Argentinas y Florencio Varela, por citar solo algunos casos. El paisaje en La Matanza era desolador para la Casa Rosada. Fernández y Axel Kicillof cosechaban el 60 por ciento de los votos y superaban a los postulantes macristas por unos 300 mil sufragios. Solo esa diferencia equivale a la población completa de Santa Cruz.
Hasta el golpe en las urnas, un ejército de encuestadores estaba preparado para salir a la calle con un amplio abanico de interrogantes. “¿Qué sintió con los resultados de la elección? ¿Qué cree que pasará de ahora en más en su vida?” Estas eran las cuestiones más sencillas, pero había otras en carpeta, acaso disparatadas, bien del estilo de Durán Barba, para intentar descifrar cómo quedó el mapa mental de los argentinos después de las primarias. También volverán los trabajos de focus groups, que se interrumpieron en el tramo final de la etapa inicial. Habrá, desde luego, un reajuste en el discurso de los candidatos. Y Macri retomará sus entrevistas con los medios tradicionales, a los que evitó en la primera fase del período electoral. Ya quedó claro que las redes sociales tienen un límite.
Son algunos de los trucos que preparan en el Gobierno para la segunda etapa del periplo proselitista rumbo a los comicios generales del 27 de octubre. “Nunca nos detenemos. Vamos a iniciar una gran investigación para saber qué pasó y cómo podemos salir de este pantano”, decían en el staff de estrategas, aun sin poder dar crédito a los números que llegaban de todo el país. El resultado final, en cualquier caso, será peor al al que se produjo en las PASO de 2015, cuando Macri obtuvo 30,12% y Daniel Scioli 38,67%.
Al Presidente le queda soñar con que más gente vaya a votar en octubre y apuntar a los votantes de Roberto Lavagna y de José Luis Espert. Se trata de dos universos distintos. Espert, aunque no lo sea, es visto por muchos como el postulante antisistema; Lavagna es la oposición preferida de quienes se cansaron de la grieta. Pero la grieta sigue viva. Y sus votantes, si es que se le esfuman, podrían dividirse. Otro riesgo de haber jugado a todo o nada a la polarización.