Hoy los candidatos políticos deben de prepararse en el tema, y más aquellos que no cuentan con esa capacidad de saber expresarse frente a un público.
El discurso de campaña puede ser visto como un fenómeno de comunicación, específicamente de comunicación política, debido a que es parte de un acto comunicativo, en donde los actores y efectos que llegue a producir están relacionados con el ámbito político de una sociedad.
El poder de la oratoria política, en este contexto, radica en la posibilidad de provocar una respuesta en el receptor del discurso de campaña, y que este cambio de conducta altere las estructuras de poder político imperantes en una determinada sociedad.
El candidato político tiene en sus manos la capacidad de provocar un cambio o mantener una actitud, creencia, opinión y, primordialmente, una acción como es ir a votar que es el principal objetivo en tiempos electorales. Mediante la emisión de un discurso se puede causar un impacto en los conocimientos, actitudes e ideologías, a pesar de las divergencias sociales o políticas de los receptores del discurso político.
De igual manera, el poder discursivo puede ser empleado para generar reacciones en los diversos estratos de la sociedad, impactos mediáticos, intervenciones políticas e incitar a la desobediencia civil.
Sobre ello, se considera a Adolfo Hitler como uno de los mejores exponentes en la oratoria política, ya que se encontraba perfectamente elaborada y, dicha habilidad fue mejorando con el paso de los años. Para lograr comprender el poder de sus discursos no basta con sólo realizar una lectura de los mismos, ya que con ello únicamente se podrá observar que eran repetitivos, lo importante era la forma de emisión de los mismos; Hitler comenzaba tranquilo y pausado para ir aumentando el ritmo, seguido de una pausa y comenzaba de nuevo logrando así la atención de los receptores, evitando en todo momento la uniformidad discursiva.