Lograr un discurso inspirador tiene sus secretos, una técnica y un momento ideal para pronunciarlo y hacerlo memorable.
Todos podemos inspirar al público si nos preparamos para ello, pero saber la receta no garantiza el resultado si no se practica el mensaje una y otra vez.
La palabra “inspirar” proviene del latín inspirae que significa “infundir vida”. Los oradores que lo logran mueven los corazones de su audiencia a través de la palabra de manera estratégica. Si quieres ser inspirador deberás despertar tu lado emocional antes que el racional.
A continuación te comparto los 7 reglas para dar un discurso inspirador:
1. Tú debes estar inspirado
El elemento principal está en la conexión emocional que tengas con el tema o problema. Alguien que desea infundir vida en otros debe estar vivo con todas las células de su cuerpo. Los líderes que inspiran, aunque no puedan garantizar matemáticamente los resultados, se les observa una seguridad que atrae hasta a los más escépticos.
“Los líderes no obligan a la gente a seguirles; les invitan a hacer un viaje con ellos.”, Charles S. Lauer
La inspiración no se razona, se siente. Quien está inspirado tiene energía de sobra para compartir.
2. Debes estar comprometido con la causa
Te piden hablar sobre el éxito de la compañía en los próximos años y tú no lo crees posible. Retírate. De poco servirá tu discurso aunque haya sido escrito con la maestría perfecta del idioma. Importa más el cómo dices las cosas que lo que dices.
Nadie puede proyectar lo que no cree. ¿Estás realmente comprometido con la causa? ¿Podrías defenderla ante todo argumento y ante cualquiera? ¿Te rendirías fácilmente ante la primera objeción del público? Si a pesar de todo lo anterior sigues comprometido podrás dar un gran discurso inspirador.
¿Cómo se demuestra tu compromiso? Con tu tono de voz y lenguaje corporal. ¿Algo es injusto? Dilo como tal. ¿Una noticia te pone feliz? Exprésalo con un tono de voz alegre, cara sonriente y un lenguaje corporal abierto, es decir, brazos y manos alejadas del tronco, pues significan apertura.
3. Comparte ideas y emociones
Lo he visto una y otra vez. Cuando capacito a ejecutivos en la habilidad de hablar en público les pido que no sólo se enfoquen en las ideas sino que también dejen a sus emociones fluir y 9 de cada 10 comete el error de sólo compartir ideas, información, datos duros pero cero emociones ni sentimientos. Quieren inspirar con la lógica, mover los corazones con la razón. ¿Se trata entonces de sólo compartir emociones? No.
Los discursos deben ser escritos y pronunciados para el oído y para el corazón.
La clave está en equilibrar tu mensaje. Si únicamente compartes ideas o información tu mensaje será plano, en cambio, si te enfocas sólo en compartir emociones y no hay ideas que sustenten tu discurso, la audiencia podría percibirte como charlatán.
Equilibra tus ideas y emociones. Y no caigas en el error de creer que un discurso corporativo no puede tener emociones, de hecho son en los que más se recomienda usar esta regla. ¿Cómo deseas motivar a la fuerza de ventas si solo das datos y cifras? ¿Cómo pretendes cambiar la actitud del personal si solo le dices lo emocionado que estás de hablarles pero no sustentas el por qué es preciso hacer un cambio?
4. Incluye metáforas e imágenes en tu discurso
El poder de la palabra es tan grande que es capaz de seducir a la mente al crear imágenes mentales. Todo buen discursista lo sabe. La metáfora es poderosa porque logra una comparación tácita en la mente de quien te escucha: “la primavera de la vida”, “aliento de la muerte”, “la ráfaga de actitud positiva”, “el átomo de la pasión”. Sin la evocación de estas imágenes todo discurso pierde fuerza.
La recomendación es también dosificar la inclusión de las metáforas. Recuerda que su presencia debe de ser sutil pero estratégica.
Otro aspecto para crear imágenes mentales es ser descriptivos, dar detalles que hagan imaginar al público, por ejemplo: “a las 3:27 pm en una tarde fría y lluviosa, afuera del edificio aguardaba yo.”
Dedícale tiempo a este paso, no improvises, a menos que tengas ya mínimo “100 horas de vuelo” dando discursos.
5. Dale más importancia al futuro, a tu VISIÓN
Un discurso es una historia. Quien sabe contar una historia ejerce un poder magnético en el público. La mayoría de las personas tienden a enfocarse en el pasado o en el presente, cuando debieran dirigir su tiempo más al futuro, a lo que es posible si te hacen caso, a las consecuencias de sus acciones hoy, a aquello que perderían si el miedo les vence y se quedan inmóviles.
Da una breve introducción, no ocupes tiempo valioso en atiborrar de antecedentes a tu audiencia o de explayarte de más en lo que acontece en el presente. El público espera una propuesta concreta al problema o reto que tienes en tus manos. Véndeles con las metáforas y las imágenes creadas por tus descripciones el paisaje ideal que disfrutarán si te siguen o se atreven a cambiar.
6. Expresa tu mensaje con tu lenguaje corporal
Tu rostro, postura, ademanes y tono de voz deberán estar en congruencia con tus palabras. El lenguaje corporal es energía y se conecta directamente con tus emociones. No te preocupes por ser perfecto, se trata de “conectar” no de ganar un premio “al más controlado e inexpresivo”.
¿Cómo se logra mejorar tu expresión corporal al hablar? Te daré dos secretos que puedes poner en práctica de inmediato:
-Tus ademanes siempre deberás de hacerlos por arriba de la zona del estómago. Nunca más abajo o perderán impacto.
-En cada frase que digas elige la palabra de mayor fuerza para utilizar un ademán específico, por ejemplo: “Atrévanse a ir más lejos”. La palabra de mayor fuerza es “atrévanse” pues denota una emoción de vencer el miedo.
7. Pide la participación de la audiencia sin temor
Como todos los buenos vendedores lo saben, quien no cierra no vende. No tengas temor de pedir al público exactamente lo que deseas que hagan o dejen de hacer. Tu seguridad al hablar en este punto es vital. En esta fase de tu discurso, si has realizado un buen trabajo en los pasos anteriores, la audiencia ya es tuya. Habrás conseguido dar un discurso que infunda vida.
El ser humano siempre necesita de un impulso para ir más lejos, lograr más, trabajar más fuerte, atreverse a equivocarse y levantarse de nuevo. Un líder que sólo presiona y exige resultados no inspira ni genera seguidores.
Por cada minuto de tiempo de tu discurso deberás de haber practicado 7 minutos más.
Ser “inspirador” es el gran sueño de todo los oradores porque causa una reacción. en cadena mover a la gente en sus emociones y acciones a través de la palabra. Si vas a dar un discurso próximamente mi mejor consejo es este: practica lo más que puedas.
Fuente: Alto Nivel