Carecer de una estrategia electoral es un error y una desventaja frente a los adversarios políticos.
La investigación es la base para la elaboración de la estrategia de campaña ya que mediante ésta los decisores se proponen conocer todo lo relacionado con el proceso en juego: “conoce al enemigo, conócete a ti mismo; tu victoria no correrá nunca peligro. Conoce el terreno, conoce las condiciones meteorológicas; tu victoria será entonces total”, Sun Tzu.
Aunque en el ámbito político toda estrategia electoral es falible, es claro que carecer de ella es un error y una desventaja frente a los adversarios políticos.
El principal uso que hace la mercadotecnia electoral de la investigación es recolectar datos que le permitan realizar un análisis político para cimentar una estrategia de campaña, entendida como “el aprovechamiento de oportunidades y fortalezas de la propia campaña, partido (s) y candidato (s), así como las debilidades y amenazas de los adversarios, minimizando los riesgos, obstáculos y las fuerzas de los contrincantes”, Andrés Valdez.
Existen una gran variedad de estrategias a partir de las cuales se construyen las campañas electorales. De inicio –y como estrategias de gran importancia y crecimiento- distinguimos aquellas que se fundamentan a partir del candidato político, en donde se exponen sus cualidades: la experiencia, la credibilidad, el carisma, el liderazgo.
Por otro lado, encontramos las estrategias que giran en torno al partido político y que se encargan de definir un mensaje de tipo ideológico, que cuando menos lo diferencie de otros partidos políticos.
Tomando en cuenta que actualmente los procesos electorales llegan a ser sumamente competidos y cerrados, es fundamental hacer un uso adecuado de la información recabada a través de la investigación del electorado para tomar mejores decisiones y plantear estrategias de campaña.
