Desde la campaña electoral el presidente López Obrador promovió esta idea, de hacer un referéndum para la revocación del mandato a mitad de período, y al hacer esa oferta electoral la planteaba como un ejercicio democrático que estimulaba la participación ciudadana en la toma de decisiones políticas importantes del país.
Ahora, la realidad es que, analizando el estilo de gobernar y sobre todo de comunicar del presidente López Obrador, queda claro que su objetivo ha sido siempre manejar la agenda mediática, imponiendo los temas que se discuten en la esfera de la opinión pública. Para ello usa, casi a diario, las ruedas de prensa llamadas “mañaneras”
Dentro de esas estrategias, cada vez que surge un conflicto que afecta su imagen contra ataca, exponiendo a distintas figuras al escarnio público, o, atacando a opositores, amenazando con romper relaciones con algún país, e incluso hasta mintiendo abiertamente. Pareciera ser que todo vale, siempre que se logre el propósito, desviar la atención.
Esta consulta de revocación de mandato, pese a su origen, hoy por hoy se ha tornado en un instrumento de carácter político personal del presidente López Obrador, más que un objetivo para fortalecimiento de la democracia y participación ciudadana.
Hilando delgado surge la pregunta: ¿Cuál será la verdadera intensión de la estrategia? Posiblemente el propósito del presidente este más allá de la revocación del mandato, y esté dirigida a buscar mantenerse activo y en campaña permanente, permitiéndole esta vía, el manejo de la opinión pública, preparando con ello el terreno -político y mediático- para su ratificación, y, una eventual reforma constitucional, -ya anunciada- que permita que los consejeros del Instituto Nacional Electoral sean “electos por el pueblo” dentro de una terna propuesta por el presidente.
Esa reforma vendida como más democracia, en el fondo es entregar más herramienta de poder y control del legislativo al presidente, tal como lo es la contra reforma energética, que busca reversar las reformas aprobadas en el período del ex presidente Peña Nieto, con lo cual, si fuera aprobada, el gobierno, tendría mayor control sobre todo el tema energético -producción de petróleo, generación de electricidad-.
Se trata de la primera consulta de revocación de mandato que se haría en el país, realizada por el propio mandatario y su partido, con lo cual se percibe como un evento inusual, pues, es la primera vez que un mandatario y su partido solicitan la revocación de su propio mandato. Para ello, recolectaron de 2.7 millones de firmas en diecisiete estados del país, representando el 3% de la lista nominal de electores, según lo establecido por la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y la Ley Federal de Revocación de Mandato.
Ahora bien, para que la consulta sea vinculante se necesitan por lo menos 37 millones de votos, es decir, la participación del 40% del censo electoral. De acuerdo con Consulta Mitofsky, siete de cada 10 de los mexicanos desean que se consulte si el presidente López Obrador debe quedarse hasta el (2024) o debe terminar su mandato este año. Sin embargo, otras encuestadoras señalan que la participación estará entre el 18 y 26%, con lo cual, este ejercicio democrático con un costo superior a las $78 millones de dólares, no arrojará resultados vinculantes.
Recordemos que, en la anterior consulta propuesta por el presidente, en la que se decidía si enjuiciar a los anteriores mandatarios del país por sus gestiones, solo participó el 7% del electorado, lo cual fue una de las derrotas del presiente López Obrador.
Para la oposición política, esta iniciativa la ven más como una pantomima de López Obrador para reafirmarse en el poder que, como una medida de transparencia política y participación ciudadana, con lo cual volvemos a lo ya mencionado, el objetivo -del presidente López Obrador- es mantener control de la agenda mediática y desviar la atención sobre los cuestionamientos que ya le comienzan a hacer los mexicanos sobre la ineficiencia de su gobierno y sus escasos resultados.
Todo pareciera indicar que el presidente López Obrador, con sus acciones esta reeditando el famoso dedazo del Partido Revolucionario Institucional -PRI- quienes por décadas tenían la cultura de que el presidente señalaba al próximo presidente, y así gobernaron por mas de 70 años consecutivamente.
Vender una supuesta herramienta democrática y de participación ciudadana, pero que en el fondo realmente responde a un interés de cálculo político electoral personal del presidente López Obrador, es hacerle un grave daño a la democracia.