Chile dijo no a los extremismos

Sociedad
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En 2019 Chile vivió una oleada de protestas violentas que dejaron un saldo de 30 muertos. Las demandas fueron provocadas, inicialmente, por el aumento en las tarifas del metro de la capital, y posteriormente, ante la sordera del gobierno del expresidente Piñera, el estallido social se extendió por todo el país.

El alto nivel de violencia hizo comprender a los líderes políticos que la población reclamaba cambios profundos, acordando modificar la Constitución a través de un plebiscito. En el 2020 cuatro de cada cinco chilenos votaron a favor de reemplazar la Constitución, hecho que evidenció la urgencia de los cambios. Sin embargo, este 4 de septiembre de 2022, el 62% de los chilenos rechazó en las urnas la aprobación del texto propuesto.

La ambiciosa propuesta constitucional contenida en 388 artículos con inclinación de izquierda pretendía que, el nuevo texto constitucional reflejara un nuevo sueño de país en el que estuvieran representados los chilenos, sin embargo, termino dividiendo aún más a la sociedad; generando desaliento e incertidumbre por los costos que la implicaba este modelo.

No menos cierto es que, esas dudas que llevaron a la decisión negativa del ciudadano, en parte, fueron alimentadas por información falsa o engañosa. Por ejemplo, se afirmó que el documento habría prohibido la propiedad de vivienda y que el aborto sería legal en el noveno mes de embarazo.

Sumado a lo anterior, la tendencia de izquierda y el hecho de lo heterogéneo de los constituyentes tratando de imponer sus ideas de manera aislada dificultaron el acoplamiento a la realidad política y social, integrando temas legales como el aborto, la paridad de género en el gobierno, la regulación de la minería, la garantía de derechos a la naturaleza y los animales, el empoderamiento de los sindicatos, y temas constitucionales, como la atención médica universal, la autonomía de los pueblos indígenas, y otros. 

La carta magna propuesta preveía más de 100 derechos, lo que ninguna otra constitución en el mundo consagra, algunos de los cuales, si bien se enunciaban en el texto, la integración de temas como el derecho a la vivienda, la educación, el aire limpio, el agua, la alimentación, la salud, la asesoría legal gratuita, las prestaciones de jubilación, el acceso a internet y los cuidados desde el nacimiento hasta la muerte, pues generaron enormes dudas en muchos chilenos.

El rechazo fue enfático, lo cual le pone un final accidentado a un proceso largo y por momentos doloroso, que prometía una revolución política para el país, y que, en cambio, deja al país profundamente dividido sobre su futuro.

El presidente Gabriel Boric, la misma noche del domingo 4 de septiembre se dirigió al país y en un discurso con altura y acuso recibo del enorme revés político que significó el resultado del plebiscito para su gobierno y entre otras cosas dijo:

“Esta decisión de los chilenos y chilenas exige a nuestras instituciones y actores políticos que trabajemos con más empeño, con más diálogo, con más respeto y cariño, hasta arribar a una propuesta que nos interprete a todos”, dijo Boric, un líder de izquierda que apostaba a que la nueva Constitución le permitiera llevar a cabo su visión de país. “Como presidente de la república, recojo con mucha humildad este mensaje” y añadió: “Hay que escuchar la voz del pueblo”.

Seguramente lo que viene ahora para Chile es que el gobierno, y en especial el presidente Boric, deben comenzar recordar el consejo que le dio el expresidente Pepe Mujica, cuando ganó la candidatura. En ese entonces le dijo, palabra más, palabra menos que, -para avanzar hay que consensuar, hacer acuerdos, con los cuales posiblemente no se avance todo lo que se desea, pero se podría avanzar en la dirección que se quiere. No consensuar, seguramente no permitirá avanzar, y lo importante es avanzar-

El resultado del plebiscito es claro, hubo errores de contenidos y errores de comunicación. Con el primero trataron de complacer a todos los allegados a su tendencia ideológica, olvidando al resto del país, pecando entre otras cosas de triunfalistas, hecho que hace recordar el que sucedió en Colombia con el Referendo de Paz, en el gobierno de Juan Manuel Santos y los resultados le han pasado una cuenta de cobro a la Paz del país. Por el otro lado, olvidaron la evolución de la moderna comunicación política y sus estrategias para lograr mejor y mayor conexión con el ciudadano, permitiéndole no solo conocer las modificaciones y los avances de sus derechos, sino garantizar la comprensión de los textos para que nadie pudiera tergiversar o engañar su comprensión.

Y, por último, no menos importante, olvidaron que fueron electos para gobernar para todos, para generar los cambios que el país requiere, cambios en los que la inmensa mayoría se sintiera identificada, y lo que lograron fue, por un lado, desaprovechar la oportunidad de obtener una constitución de avanzada para las generaciones del siglo XXI; y por la otra, una derrota política importante que marcará su gobierno a la vez que dividieron más el país.

Chile, dijo no a los extremismos. Chile dijo que quiere cambios, pero no así. La democracia habló, ojalá que el presidente Boric entienda que, si bien sufrió una derrota, esto le plantea una gran oportunidad para reinventarse y avanzar conforme a las necesidades sociales del ciudadano chileno.

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