La pregunta es compleja, incluso puede que no se trate de una sola: ¿qué hace un político “de verdad”? ¿Existe un político indicado? Son interrogantes con un mundo de respuestas.
Peinado perfecto, zapatos correctos (no muy gastados, tampoco demasiado nuevos), la corbata en su sitio, las ideas “bien puestas”, escucha siempre a los asesores, a su asistente lo que garantiza tapar las lagunas en su memoria, y además, tiene “pico de oro”. Alguien que, cuando verbaliza las nubes mentales, que aprendió durante años a concretar, narcotiza las mentes y hace que miles de escuchas paren de pestañear. ¿Ese sería el político perfecto?
Puede ser que se trate del candidato perfecto . A fin de cuentas, ¿qué consultor/asesor rechazaría trabajar para alguien como el que se describe? En las personas suele haber un talento, pero tengan por seguro que cualquier profesional de la consultoría no dudaría en entusiasmarse con quien posea todas estas capacidades.
La realidad suele ser menos brillante. En infinitud de escenarios suelen encontrarse aquellos candidatos que, en el mejor de los casos, poseen algo más de la mitad de las características del candidato perfecto. Pero en ocasiones el consultor debe pulir un diamante en bruto. Y cuando decimos diamante en bruto, es literal.
La pregunta es compleja, incluso puede que no se trate de una sola: ¿ser un buen candidato guarda relación con ser un buen político? ¿Qué hace un político “de verdad”? ¿Existe un político indicado? Son 3 interrogantes con un mundo de respuestas.
En cuanto a la primera, en campañas se han visto grandes candidatos que no ganan, otros muy buenos que sí, pero dadas las dificultades de catalogar a alguien como buen candidato, y llegar a criterios universales, se imposibilita comparar.
La segunda interrogante nos remite al mundo de la filosofía política. La vocación política es algo que parece inherente a los humanos, siempre estamos tomando decisiones, pero el quehacer político implica más que eso.
Finalmente, preguntarse sobre la idoneidad de un líder puede devenir en traspié si no se entiende que el político no actúa en el vacío, el entorno es determinante. El político, diría Isaiah Berlin, requiere de buen juicio y esto, agregamos, depende de su capacidad para insertarse dentro de las corrientes y agendas, pero también de ser un factor determinante, resaltante, disruptivo en ocasiones con respecto a las demandas y aspiraciones populares.
Pero ¿puede el político de buen juicio reemplazar al candidato perfecto? Sí, en política hay millares de ejemplos. En un mundo de hombres, Thatcher rompió los esquemas. En un marco de timoratos, Churchill rompió los esquemas. En una sociedad violenta, Peñalosa rompió los esquemas. En países sometidos,Vaclav Havel y Lech Walesa cambiaron el rumbo.
Como las chocolatinas, los políticos pueden verse muy bien, pero el “sabor” no es correcto. En ocasiones una cara bonita no basta, tener pico de oro tampoco. Y dado que el costo para un elector es el mismo: “mi voto es un voto para el que sea”, no es extraño ver que más pronto que tarde los votantes independientes, más determinantes con el pasar de las décadas, zarpen a nuevos puertos.
Aunque las tendencias actuales ponen mayor énfasis en el envoltorio que el contenido, la conclusión parece evidente: es necesario tener ambos . Por fortuna, la consultoría política va sofisticando sus herramientas, cada vez se encuentran mejores formas de acompañar las ideas con un gran envoltorio. De lo que se trata es de potenciar las cualidades de cada líder. A diferencia de lo que se puede creer, la verdadera consultoría no está enfocada en fabricar personalidades de la nada.
Podemos, eso sí, identificar algunos mitos sobre la consultoría que deben superarse:
- Todos los políticos son iguales. No, algunos están bien asesorados, y se les nota
- El asesoramiento no es necesario. Millares creen eso hasta que fracasan estrepitosamente
- Un consultor cuesta caro. Más caro es no tenerlo, el dinero se recupera la reputación no tanto
- Es venta de humo. Claro, igual que el marketing de productos de consumo, puro humo
- Restan naturalidad al político. Si esa “naturalidad” te perjudica, hay que hacer ajustes
Ten por seguro que si prestas atención a estas 5 cosas, por muy tontas que resulten, obtendrás mejores resultados.