El mundo ha cambiado y con ello el elector, por lo cual es necesario conocer de fondo sus gustos y preferencias para darle importancia a esos fenómenos y situaciones que atraen al ciudadano.
La modernización de la política ha originado el profesionalismo de las áreas que se desarrollan dentro de ella, dando el lugar a consultores políticos que tienen cabida en los nuevos modelos de partido y en la reciente estructuración de estos, inclusive los consultores políticos ya tienen un rol protagónico como el del propio candidato.
Dichos cambios vertiginosos también han permeado en la forma propia de la política desdibujando la personalización de la política. Si bien el gusto por la personalización política había sido un fenómeno muy marcado que se reflejaba en la emisión de billetes con imágenes célebres políticos, el nombramiento de avenidas importantes, la creación de monumentos o esculturas, pero con los avances tecnológicos ha surgido la política donde el candidato no es el centro de atención y se diversifica, incluso llega a difuminarse la del propio candidato.
Hacer campaña sin candidato implica un cambio sustancial de fondo en la política; quedan atrás todos esos ejercicios de personalización condensados en la utilización de imágenes como principal fuente de información, guiando a los electores a los gestos, movimientos y posturas del candidato, mas no en sus propuestas.
Además, resulta más difícil que los partidos políticos encuentren líderes con una imagen atractiva para el elector. Lo cual se debe a los cambios generacionales y los nuevos modos de vida, en donde los ciudadanos perciben a los partidos políticos como toda una organización, en la cual los individuos que pertenecen a ella emiten una imagen del partido. Lo cual ha provocado que los partidos políticos recuperen su papel en los procesos electorales, ya que su actuar se re-direcciona a su propia línea ideológica y desenfocando al candidato de la campaña electoral, incluyendo más actores que hablen a favor de él.
