Entre controversia y razón. Un resumen de los últimos tiempos, desde la política tras bambalinas que nos permite la consultoría política vivir, así lo relata. ¿Solo a mi me parece un espectáculo circense lo que estamos viviendo? Esta apasionante profesión que ejercemos quienes nos dedicamos a solucionarle los problemas a los demás atraviesa, quizás, por uno de los paradigmas más interesantes desde que es considerada una profesión. El despertar de la gente, la revolución digital, el ridiculizar sobre el argumentar y el creernos todos estrategas, ha hecho que la consultoría halle en la transformación de la forma de hacer política, una necesidad de transformarse a si misma.
Entre la experiencia y razón. Creer que todo método probado es efectivo, primer cambio que supone este paradigma. No solo hemos tenido que vivir durante muchos años las victorias y derrotas de quienes asesoramos sino ser testigos también de cómo quienes obtienen el triunfo al final, moldean la democracia a su antojo y nos entregan 4, 5 o 6 años después un escenario electoral donde o nos la jugamos por recuperar el rumbo o proponemos mejorar lo que los pocos buenos gobernantes han logrado hacer. No quisiera ser pesimista, pero conociendo el resultado de Venezuela, Nicaragua y Bolivia ¿qué será de Colombia, México, Chile y Honduras en unos años? Ya lo decía Coben en una de sus tantas obras: “Hay una línea muy fina entre la esperanza y la desilusión”. Sin importar el escenario, siempre contamos con los mismos pilares en toda estrategia: lo territorial y lo comunicacional.
Entre acomodo y razón. En lo territorial, este nuevo paradigma nos hace hasta cuestionarnos de la matemática de Pitágoras desde lo más elemental: en política 1 + 1 no es 2. La desdibujada solidez de los partidos políticos y los grandes caudillos han permitido que las tradicionales alianzas y el voto sólido estén reducidos a su mínima expresión. Nos hemos vuelto una sociedad egoísta que ni Piketty entendería. Las estructuras que nos identificaban frente a intereses comunes hoy no son más que una herramienta para buscar el beneficio propio. El elector se volvió casi que imposible de agrupar por categorías y los políticos siguen creyendo que Dalma y Gianinna, siendo hermanas, eligen igual.
Entre proximidad y razón. Desde lo comunicacional, ahí si tenemos mucha más tela por cortar. ¿Qué pensará Demóstenes -orador prodigio de la antigua Grecia- de que tengamos discursos en 280 caracteres? Sea en plaza pública, en una entrevista, en reunión a puerta cerrada o en las propias redes sociales… mensaje que no sea comprendido en 280 caracteres, es un ruido más. El tener la capacidad de ser lo suficientemente empático, cercano, real y contrastante desde la simplicidad de la identidad política pero la complejidad del hacer política ha puesto a Bukele ser más un producto populista bien calificado, pero alejado de los argumentos jurídicos que enmarcan su quehacer diario.
A la final, nunca ganará la razón. Por eso quienes hemos tenido la oportunidad de vivir, apoyar, persuadir, celebrar y también llorar cientos de resultados electorales, nos encontramos ante la encrucijada de entender que la forma de participar en política cambió. Muchas veces le decimos a nuestros clientes que se tienen que adaptar o se extinguen, pero apreciados colegas y desprestigiados vende humos, esto también es para quienes estamos en el mundo de la consultoría. Desde la tribuna, luchamos con nuestros pensamientos, impulsos y argumentos para siempre recomendar lo mejor. Pero hoy tenemos que ser conscientes, al fin, que el ejercicio político nos demuestra que no siempre lo mejor para mi es lo mejor para todos. Acaso a quién prefieren ustedes: ¿Maradona o Pelé?