Cada día toma más fuerza la necesidad de prepararnos mejor, frente a la cantidad de nuevas palabras y mala pronunciación que resultan perjudiciales, en las habilidades conversacionales de las nuevas generaciones.
En las viejas generaciones, ya se pensaba que esta situación podía llegar, producto de la transculturización latinoamericana y la deformación del lenguaje en español. Estamos en un punto difícil de explicar, al preguntarnos si estamos frente a un enriquecimiento de la lengua o definitivamente la estamos destruyendo.
Lo que sí es cierto, es que existe una situación que requiere ser atendida de manera individual y colectiva, con planes bien definidos, que aporten beneficios, sobre todo a las nuevas generaciones que liderarán el mañana.
Rápidamente se "Viraliza".
Observo con atención desde mi trinchera, como lo jocoso de una “nueva” palabra se institucionaliza con mucha rapidez. No te voy a negar que también disfruto de estas en ciertos momentos. Ese no es el problema, al no empoderar y guiar a esta nueva generación hacia la forma correcta de hablar, pronunciar y de la sintaxis de la oración. Se está afectando irremediablemente su futuro y el nuestro, por su falta de comprensión del mensaje.
Buscar culpabilidad no aporta ninguna solución real. Estoy convencido que se requiere del concilio de las sociedades y sobre todo del núcleo familiar, tan maltratado y deshecho en sus valores fundamentales.
Pienso y lo comparto con todos ustedes, se requiere de un gran compromiso social, donde se pueda ofrecer un panorama claro de cómo esta situación nos está afectando. Mientras que, en otros hemisferios, están concentrados en la educación y expansión de sus poderes supranacionales.
Creo que ustedes al igual que yo, venimos escuchando que no podemos descuidar la educación como base fundamental del desarrollo de la familia y las naciones. Me pregunto ¿Y si estamos claro, que pasa? No consigo una respuesta que satisfaga la necesidad del saber.
En mi rol de Mentor Coach de liderazgo, para empresarios, políticos y líderes de impacto, no pierdo la oportunidad de sembrar en terreno fértil. Me hago eco de lo que está pasando y de la importancia de abrir los ojos en este sentido.
La responsabilidad social que imploran estas sociedades latinoamericanas grita de manera desesperada, que se requiere un cambio. Muchas veces desestimamos con grado de injusticia agravada, que esos cambios comienzan hasta en la forma de cómo nos comunicamos.
Si realmente queremos que se concreten esos deseos, habrá que poner más atención a la comunicación en toda su escala. No solo por la importancia que posee hoy en día el crecimiento tecnológico; el cual tiene obviamente su valor, pero puede ser usado en nuestra contra, debido al inminente crecimiento de un fatal devenir por la ignorancia.
Hoy en día, el derecho a comunicarnos parece tan básico, sencillo e insignificante. Está perdiendo valor sin darnos cuenta y es, en mi criterio, la solución más sofisticada que está a nuestro alcance.
Gracias al proceso que se logra entre el emisor y el receptor, creando esa conexión mágica que permite transmitir ideas, pensamientos, intercambiar opinión o significados.
Ya ustedes saben, se destruye el uso de las reglas para construir una forma sencilla de no saber decir nada con la palabra. Así el dominio es mayor, porque al no desarrollar el lenguaje, se limitan las capacidades del pensar.
Bienvenidas todas las tecnologías, todas las nuevas jergas, modismos, transculturización, sin embargo, te invito a reflexionar, si dejamos de entendernos, comprender lo que nos dicen o de expresarnos en libertad, ¿A dónde podríamos llegar como sociedad?